El Comando Vermelho (Comando Rojo en portugués), una de las organizaciones criminales más poderosas y temidas de Brasil, nació en medio de una prisión y una dictadura militar. Su historia comenzó hace más de cuatro décadas en el Instituto Penal Cândido Mendes, en la Isla Grande de Río de Janeiro, y hoy su poder se extiende por todo el país y cruza fronteras en Sudamérica.
El grupo surgió a finales de los años 70, cuando la dictadura brasileña decidió mezclar presos políticos con delincuentes comunes en la misma cárcel. El objetivo era castigar a los opositores del régimen, pero la medida terminó generando un escenario de convivencia donde los delincuentes aprendieron tácticas de organización y resistencia de los militantes políticos.
En ese entorno de violencia y abandono, los reclusos formaron una estructura solidaria para sobrevivir.
Los presos políticos enseñaron a los delincuentes a organizarse, compartir recursos y establecer normas internas, lo que dio origen a la llamada Falange Vermelha, que luego se transformó en el Comando Vermelho.

La consolidación del grupo ocurrió en 1979, tras una masacre dentro del penal que dejó seis muertos. A partir de ese hecho, el Estado perdió el control de la prisión, y los internos que no se unían al nuevo grupo eran ejecutados. Desde entonces, la facción expandió su poder a las calles de Río y al tráfico de drogas, dominando en pocos años la mayoría de las favelas.
Durante los años 80, el Comando Vermelho creció con fuerza, organizando fugas masivas y tomando el control de los puntos de venta de drogas. En 1985 ya manejaba cerca del 70% del mercado ilícito de Río. Con el tiempo, diversificó sus actividades hacia la venta ilegal de oro, cigarrillos y combustible, generando ganancias millonarias.

Hoy el Comando Vermelho mantiene una estructura flexible, con células distribuidas en distintas regiones del país, lo que dificulta su desarticulación. Su influencia se extiende a más de 20 de los 26 estados brasileños y llega hasta la triple frontera con Paraguay y Perú, donde controla rutas fluviales y áreas de producción de cocaína.
Más de 45 años después de su nacimiento, el Comando Vermelho sigue siendo el rostro del crimen organizado en Brasil. Lo que comenzó como una alianza improvisada dentro de una prisión terminó convirtiéndose en un imperio criminal que desafía al Estado y aterroriza a las favelas.







