En una sesión sin precedentes, el Congreso de la República del Perú aprobó con 121 votos a favor, sin abstenciones ni votos en contra, la vacancia presidencial de Dina Boluarte Zegarra, bajo el argumento de “incapacidad moral permanente”.
La decisión entró en vigor la medianoche del viernes 10 de octubre de 2025, poniendo fin a un gobierno marcado por la crisis política y la creciente inseguridad ciudadana.
El presidente del Congreso, José Jerí, asumió de inmediato la jefatura de Estado conforme a la Constitución. Abogado y militante del partido Somos Perú, Jerí fue elegido titular del Parlamento en julio y ahora deberá encabezar una transición en medio de fuertes cuestionamientos a la clase política.
La destitución de Boluarte se gestó tras la presentación de cuatro mociones de vacancia impulsadas por legisladores de diversas bancadas, respaldadas por 34 congresistas. Las acusaciones señalaban presuntos actos de corrupción vinculados al escándalo del “Rolexgate”, así como la falta de respuestas del Ejecutivo ante el incremento de la violencia en el país.
El proceso fue admitido a debate el 9 de octubre, luego de que el Pleno superara el mínimo de 56 votos requeridos. Para concretar la destitución se necesitaban 87 votos, cifra ampliamente superada durante la votación final, que reflejó un consenso político inusual en el Congreso peruano.
El episodio de violencia ocurrido durante un concierto en Lima, donde cinco personas resultaron heridas en un tiroteo, fue considerado el detonante que aceleró la decisión. El ataque, ocurrido en el distrito de Chorrillos, intensificó las críticas contra el gobierno por su incapacidad para garantizar la seguridad pública.
Con la salida de Boluarte, Perú suma seis presidentes destituidos o renunciantes en menos de diez años, una cifra que refleja la fragilidad institucional del país. La comunidad internacional y los gobiernos de América Latina observan con atención el nuevo escenario político, mientras la población peruana espera que el cambio de liderazgo traiga estabilidad a un país que no logra superar su permanente crisis de gobernabilidad.