El Ministerio de Trabajo y Empleo de Brasil (MTE) rescató a 163 trabajadores chinos de “condiciones similares a la esclavitud”, con pruebas de trabajo forzoso mientras laboraban en la obra de la empresa china BYD, que está instalando una fábrica de automóviles eléctricos en la ciudad industrial de Camaçari, en Bahía.
“Durante una inspección reciente, el equipo de auditores fiscales laboristas identificó a 163 trabajadores en condiciones similares a la esclavitud”, dice el comunicado del MTE.
Según la entidad brasileña, los trabajadores estaban alojados en “condiciones extremadamente degradantes”, con camas que no tenían colchones, con baños insuficientes y precarios y con precarias condiciones sanitarias.
El informe señala que la empresa obligaba a los trabajadores a levantarse a las 4 de la mañana para formar una fila y salir a trabajar a las 5:30 de la mañana. Además, los baños no estaban separados por sexo, carecían de asientos y tenían una higiene inadecuada.
“Las áreas para comer también estaban en malas condiciones, con materiales de construcción almacenados al lado de la comida. Las comidas se hacían en las camas o en una cafetería improvisada, que no atendía a todos los trabajadores”, dice el informe del MTE.
En uno de los alojamientos, en la habitación de un cocinero, la comida estaba almacenada en el suelo, con cacerolas abiertas que contenían comida preparada para el día siguiente.
“Estas cacerolas estuvieron expuestas a la contaminación, sin refrigeración. El agua suministrada procedía directamente del grifo a todos los trabajadores del alojamiento, siendo transportada en botellas hasta el lugar de trabajo, sin ningún tratamiento ni control de calidad”, explica el MTE.
Según el informe, las condiciones de trabajo, asociadas a largas jornadas de trabajo, provocaron accidentes recurrentes. Un trabajador denunció un accidente ocular sin la debida atención oftalmológica, mientras que otro sufrió un accidente por falta de sueño, consecuencia de las agotadoras jornadas laborales y las condiciones degradantes en las que trabajaba.
Los trabajadores pagaron un depósito, se les retuvo el 60% de sus salarios y sólo recibieron el 40% en moneda china. Además, enfrentaron cargos excesivos por rescisión de contrato y les retuvieron sus pasaportes, lo que les impidió salir o regresar a su país de origen, lo que resultó en la confiscación de objetos de valor. La jornada laboral era de 10 horas diarias, con días libres irregulares y los trabajadores descansaban en condiciones inadecuadas, a menudo sobre materiales de construcción.

Agresiones
Según la Agencia de Noticias Pública, los trabajadores chinos sufrían agresiones físicas, con patadas de parte de los capataces de la construcción, también chinos. Uno de los casos ocurrió el 9 de octubre, según los informes. Un video registra el momento en que un hombre chino aparece tirado en el suelo luego de, según reportes, recibir una patada en la espalda.
Según fotografías, videos y audios a los que tuvo acceso Pública , las situaciones más degradantes habrían ocurrido con empleados del Grupo Jinjiang. El material indica una serie de malos tratos e incumplimiento de los convenios internacionales de seguridad y trabajo.
En las imágenes se puede ver a los trabajadores bebiendo agua salobre de los charcos formados en la obra, ya que no tendrían acceso a agua potable. Algunos trabajan descalzos o sin los cascos obligatorios de protección personal durante la construcción.
El informe recibió videos y audios con denuncias de agresión enviados por empleados que pidieron resguardar sus identidades.