A partir del 30 de junio de 2026, Guatemala implementará de forma obligatoria la mezcla E10 en las gasolinas —es decir, una composición del 90 % de gasolina y 10 % de etanol carburante— según el Reglamento General de la Ley de Alcohol Carburante publicado el 22 de diciembre.
Así se da cumplimiento a una ley vigente desde 1985 pero hasta ahora sin ejecución, establece las condiciones técnicas, normativas y logísticas para que el etanol se integre gradualmente a la cadena de combustibles del país.
La normativa establece que la mezcla E10 se mantendrá durante un período inicial de cinco años, desde su entrada en vigor. Durante este tiempo, el Gobierno supervisará su implementación, asegurando que el porcentaje se cumpla de manera uniforme en toda la red de distribución.
El etanol es un alcohol producido a partir de biomasa, especialmente de caña de azúcar en el caso guatemalteco, y su mezcla con gasolina tiene como objetivo principal la reducción de emisiones derivadas de la combustión de hidrocarburos fósiles. A nivel internacional, el etanol es valorado por mejorar el octanaje del combustible y sustituir aditivos tóxicos, lo que —según estudios científicos— mejora la calidad del aire y, en consecuencia, la salud pública.
El Gobierno afirma que el nuevo reglamento busca fomentar una “transición energética hacia combustibles más limpios” y consolida un “marco moderno y coherente” para regular la incorporación del alcohol carburante, en línea con el marco legal nacional.
Críticas y rechazos
Pese a los beneficios ambientales, la medida ha generado críticas de distintos sectores. Importadores, comercializadores y expendedores de gasolina rechazan la obligatoriedad de la mezcla con etanol, alegando que restringe la libertad de elección del consumidor y podría generar costos adicionales para quienes poseen vehículos antiguos o no adaptados para este tipo de combustible.
“Algunos componentes de los autos más viejos no están diseñados para resistir el etanol, lo que podría provocar fallas mecánicas y un incremento en los costos de mantenimiento”, señalan los detractores.
Además, algunos empresarios han cuestionado la referencia al uso de “etanol avanzado”, al considerar que las especificaciones técnicas podrían beneficiar solo a ciertos productores nacionales.
Aunque el mandato de mezclar etanol en la gasolina fue previsto legalmente hace casi 40 años, su puesta en marcha marca un cambio significativo en la política energética guatemalteca. El éxito de esta transición dependerá de la capacidad del Estado para implementar controles técnicos, asegurar la calidad del combustible y atender los impactos económicos y mecánicos para los usuarios.







