Las economías de Centroamérica han mostrado resiliencia ante los recientes cambios en las políticas comerciales y migratorias impulsadas por el gobierno del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, según un informe de Fitch Ratings publicado este lunes 28 de julio.
Costa Rica, Guatemala y República Dominicana —todos con calificación BB— mantienen perspectivas positivas, luego de mejoras recientes en sus perfiles soberanos. Por su parte, El Salvador (B-) y Nicaragua (B) conservan perspectivas estables tras sus últimas actualizaciones.
De acuerdo con Fitch, el buen desempeño económico de la región ha sido impulsado por una combinación de factores: mayor demanda de exportaciones hacia Estados Unidos, sólido flujo de remesas y una mejora en los balances fiscales y externos.
En 2024, las exportaciones al mercado estadounidense representaron desde el 5 % del PIB en Guatemala hasta el 27 % en Nicaragua, lo que refleja el alto grado de integración comercial bajo el tratado CAFTA-DR. Aunque todos los países miembros —excepto Nicaragua— tienen déficits comerciales con EE.UU., esta condición podría permitirles obtener un trato arancelario más favorable.
Las exportaciones clave, como dispositivos médicos y prendas de vestir, no están expuestas a las tarifas más altas impuestas por EE.UU. a productos sensibles como el acero o los automóviles. Esto, según Fitch, podría posicionar a Centroamérica por encima de sus competidores asiáticos, quienes enfrentan gravámenes aún más altos.
A diferencia del acuerdo USMCA (EE.UU., Canadá y México), cuya revisión se anticipa para 2026, el tratado CAFTA-DR no enfrenta incertidumbre inmediata, lo que ha protegido a Centroamérica de una caída en la confianza empresarial similar a la que experimenta México.
No obstante, Fitch advierte que las restricciones migratorias podrían tener efectos más significativos. Las remesas —provenientes mayoritariamente de Estados Unidos— representan entre el 20 % y 25 % del PIB en países como El Salvador, Nicaragua y Guatemala, y el 9 % en República Dominicana. Estos ingresos han sido un motor clave de crecimiento, duplicándose en años recientes como 2019 y 2024.
Aunque no hay señales de deportaciones masivas, los aumentos en detenciones sugieren que podrían intensificarse en el futuro. Fitch señala que los desafíos logísticos probablemente impedirán expulsiones a gran escala, pero el impacto en la economía centroamericana dependerá de la velocidad con la que Washington refuerce su capacidad operativa.
En respuesta a las posibles restricciones, el flujo de remesas se aceleró en el primer semestre de 2025, pero la caída en intentos de cruce fronterizo podría limitar su crecimiento futuro. Esta reducción migratoria podría beneficiar a las economías locales solo si logran absorber esa fuerza laboral en empleos productivos.
En julio, el Congreso de EE.UU. aprobó un nuevo impuesto del 1 % a las remesas —por debajo del 3.5 % originalmente propuesto—, una tasa que Fitch considera manejable para los receptores en la región.
Fitch concluye que, con perspectivas estables o positivas, los soberanos centroamericanos tienen suficiente margen de maniobra para enfrentar los riesgos derivados de cambios en las políticas comerciales y migratorias de Estados Unidos. Aun así, la magnitud de estos impactos dependerá de las respuestas de política interna y de la evolución de la economía estadounidense.