El arancel del 18 % impuesto por Estados Unidos a las exportaciones de Nicaragua podría tener un fuerte impacto en la economía nacional, especialmente en sectores productivos con alta dependencia del mercado estadounidense. Así lo advierte un análisis del economista nicaragüense Enrique Sáenz, quien asegura que los efectos serán diferenciados según el tipo de producto y la posibilidad de acceder a mercados alternativos.
El presidente estadounidense Donald Trump firmó el jueves 31 de julio que impuso aranceles a casi todos los países del mundo, en el caso de Nicaragua, impuso un 18%, el más alto de América Latina.
Según Sáenz, exiliado y desnacionalizado por la dictadura Ortega-Murillo, es fundamental comprender la magnitud de las relaciones comerciales entre Nicaragua y Estados Unidos. En 2024, las exportaciones de mercancías hacia ese país representaron cerca del 40 % del total. Los principales productos enviados fueron oro, carne, café, queso y langostas, los cuales en conjunto abarcaron el 85 % del volumen exportado.
“La respuesta inicial es que los impactos serán diferenciados en función de dos realidades: El sector o producto de que se trate, y de la posibilidad de mercados alternativos”, señaló Sáenz.
El economista expone que las exportaciones de zonas francas alcanzaron los $3,524 millones, de los cuales un 80 % correspondió a textiles y tabaco destinados a Estados Unidos, donde Nicaragua figura entre los tres principales proveedores del mundo en calidad. Otro rubro clave son los arneses, que aunque se envían principalmente a México, terminan integrándose en vehículos que se comercializan en territorio estadounidense.
Según el análisis de Sáenz, el arancel del 18 % encarecerá los productos nicaragüenses en el mercado estadounidense, reduciendo su competitividad frente a otros países exportadores. En el corto plazo, esto podría traducirse en una disminución de los pedidos, cierre de contratos, reducción de personal en empresas exportadoras y caída en la inversión extranjera directa.
Los sectores más expuestos son los productores de oro, carne y café, así como las maquilas textiles y tabacaleras de zonas francas, que operan casi exclusivamente para el mercado de Estados Unidos. La dificultad para encontrar mercados alternativos de igual volumen y condiciones genera incertidumbre sobre la sostenibilidad de estas industrias.
Consecuencias sociales y económicas
En términos sociales, los efectos del arancel podrían traducirse en pérdida de empleos, especialmente en zonas francas que emplean a decenas de miles de nicaragüenses.
“Si se reducen las exportaciones, se reduce la producción. Y si se reduce la producción, hay despidos”, advierte Sáenz.
Además, los ingresos fiscales del país podrían verse afectados ante una eventual caída del comercio exterior, así como los niveles de pobreza y desigualdad, que podrían incrementarse por la disminución del poder adquisitivo de las familias afectadas.
Para Sáenz, el país enfrenta un escenario complejo, donde será crucial evaluar estrategias de diversificación comercial y atraer nuevos mercados para amortiguar el golpe económico del arancel.
Sáenz recordó que los aranceles son impuestos aplicados por un país a bienes o servicios importados desde el exterior. Su función es múltiple recaudar ingresos fiscales, proteger la industria nacional frente a productos extranjeros más baratos, ejercer presión o retaliación comercial frente a otros gobiernos y reducir el consumo de productos específicos, en especial bienes de lujo, con fines de equilibrio económico.