Después de 15 años marcado por la inactividad y el calificativo de “elefante blanco”, el Puerto La Unión empieza a ensayar su relanzamiento como plataforma logística regional con la mira puesta en el comercio de Honduras y Nicaragua.
Desde diciembre pasado, la operación de los puertos de Acajutla y La Unión está en manos de la Unión Portuaria del Pacífico (UPDP), una sociedad entre la estatal Comisión Ejecutiva Portuaria Autónoma (CEPA) y el grupo turco Yilport. Bajo esta nueva administración, el objetivo es reactivar La Unión con una estrategia más agresiva, orientada a recuperar su vocación original como terminal de carga internacional: mover contenedores.
La visión es convertir a La Unión en una salida natural para productos agrícolas de Honduras, como el melón, e incluso explorar la viabilidad de utilizar el canal seco para conectar la carga con el Atlántico, explicó en una entrevista radial Luis Canto, gerente de la UPDP.
“A futuro, queremos retomar la idea original, que era que ese puerto atendiera no solamente la zona de La Unión, sino también en Honduras y parte de Nicaragua. Poder ver si se puede utilizar el canal seco para trasladarse hacia el Atlántico, queremos ver retomar todo el mercado de melones que hay en Honduras principalmente para que su salida sea a través del Puerto de La Unión”, dijo Canto.
En paralelo, se han reactivado sondeos preliminares para evaluar un eventual regreso del ferri con Costa Rica, que operó por apenas cuatro meses en 2023 antes de suspenderse por baja demanda y altos costos.
El mayor problema de esta terminal es la sedimentación por el arrastre de la montaña. Actualmente solo acepta barcos con 8.7 metros de calado y analiza realizar un dragado luego de un estudio de corriente marina señalara la viabilidad de extraer materiales en el canal de hasta 12 metros de profundidad.
Sin embargo, Canto reconoce que debe hacerse con pinzas y con base en estudios, porque el último dragado costó $50 millones y se perdió en dos años.
Primeros pasos
En los últimos meses, el puerto ha comenzado a mostrar señales de cambio. Desde marzo de 2025 recibe barcos con vehículos que luego son despachados hacia Honduras y Nicaragua. También ha incrementado el ingreso de fertilizantes para abastecer no solo al oriente salvadoreño, sino también a productores de los países vecinos.
A esto se suma un convenio para la llegada semanal de materiales de construcción, lo que amplía la diversidad de carga que empieza a movilizarse por la terminal.
Uno de los hitos más relevantes ocurrió a finales de noviembre, cuando La Unión recibió un buque con 7,000 toneladas métricas de bobinas de acero, un tipo de carga pesada que no ingresaba al puerto desde 2013, cuando dejó de operar con contenedores. Este movimiento marca un punto de inflexión en la historia reciente de una infraestructura que durante años estuvo limitada casi exclusivamente a barcos pesqueros y, de forma esporádica, a cruceros y graneles.
La construcción del Puerto de La Unión supuso una inversión de $180 millones, de los cuales más de $100 millones provinieron de un préstamo de la cooperación japonesa. Sin embargo, su escasa actividad durante años lo convirtió en un pasivo, con ingresos insuficientes incluso para cubrir su mantenimiento y las labores de dragado.







