Una de las últimas veces que leí en el año 2017 en Managua lo que Fidel Castro siempre negó, que en su país no había presos políticos, fue en el libro “Banderas y harapos” de la periodista argentina nacionalizada nicaragüense Gabriela Selser, relatos sobre sus memorias periodísticas y personales en la Nicaragua sandinista de los 80. Fidel también lo dijo públicamente cada vez que estaba frente a un micrófono en cualquier parte del Mundo, y hubo quienes le creían y hay aún ahora, incautos que ven en esa “revolución” sólo el “embargo” del “imperialismo norteamericano” y las ingratas sanciones con las que ese imperio socava la despernancada, paupérrima y miserable economía de la isla.
Pues bien, a casi 70 años de tiranía Castrista y de las subsiguientes puestas en práctica de este fracasado sistema socialista en la empobrecida Venezuela, en la desvencijada Nicaragua, en la devastada Bolivia y en la Honduras bajo un régimen “Socialista Democrático”, (otro disparate de la vulgar gramática Castro Chavista), es momento de hacer algo para buscar la liberación de los presos políticos y luego propiciar la salida de esos regímenes.
En esa iniciativa cabalga la propuesta reciente del Foro Anticomunista de Miami, el cual desde el pasado 6 de noviembre ofreció una conferencia de prensa en la ciudad de Miami, dando a conocer ese reto sobre el cual ha habido muchas iniciativas fallidas, lográndose acaso la liberación selectiva de determinados reos, como ha ocurrido en Cuba y Venezuela. Otros en Nicaragua han sido liberados; otros desterrados y ahora siniestramente desaparecidos. Bolivia con la llegada del nuevo gobierno ha empezado a liberar a algunos, aunque quedan muchos aún tras las rejas.
Es hora pues de mover teclas, de generar nuevas estrategias, de protestar, marchar y clamar si es necesario junto a sus familiares y el contagio de miles y millones de hombres y mujeres de buena voluntad dispersos por todo el Mundo que estarían dispuestos a sumarse en respaldo a la libertad de ellos, siempre y cuando sobre todo los presidentes y jefes de estado de naciones democráticas estén dispuestos a avalar la iniciativa. Al carajo los expedientes y las argucias legales, pues Occidente entero conoce de las trampas y las argucias de los tiranos y sus esbirros para justificar bajo otras causas la penalización de los encarcelados.
Se debe enfrentar respetuosamente a los presidentes y jefes de Estado de las naciones democráticas del Planeta, de confrontar tanta diplomacia ineficiente proveniente de los organismos internacionales, multilaterales, regionales, subregionales, los cuales después de conocidos los informes no asumen una actitud coercitiva de mayor presión para hacer prevalecer la justicia y el respeto a la vida y la dignidad humana.
Esta batalla liberadora debe también tratar de llegar a la conciencia —objetivamente ya manchada— de los empresarios que hacen negocios con las tiranías referidas. Pero también, deben hacer llegar el mensaje a las cortes y organizaciones nacionales y globales de Derechos Humanos y a todas aquellas instituciones y sectores que de una u otra manera mantienen comunicación con ellas, a romper, a cerrarles el paso y a ejercer fuertes presiones para primero, liberar a todos los presos políticos y luego para que salgan de esas administraciones a las que nunca debieron haber llegado.
Es un hecho que nada golpea más a funcionarios de estos regímenes en el exterior, que cuando la prensa o sectores ciudadanos les cuestionan sobre el irrespeto a las libertades individuales y de disidencia, tras la encarcelación de opositores. Pues que les duela mas a ellos y que les arda en el fondo de sus almas (si las tienen) sobre el rechazo a tanto abuso, el cual no debe continuar acabando con las vidas de tantas personas en las mazmorras comunistas.
Y si los tiempos actuales no están con ellos (las tiranías en los países referidos), ante la avanzada democrática y el nuevo orden mundial que avanza, y de cara al derrumbe de tanta mentira y tanta vana promesa de redención y auras de bienestar para los más pobres, esta es la ocasión propicia para, con la suma de tantas voluntades que claman por un mundo mejor, se dé la batalla para que los presos políticos, de conciencia, abusados, ofendidos en sus dignidades más solemnes, sean liberales y tengan, tras tanto tiempo fuera de sus hogares entre lágrimas familiares y torturas inhumanas, unas felices navidades junto a sus seres queridos.
Ante este brutal atropello, tiene razón el Foro Anticomunista de Miami de “exigir” y no pedir la liberacion de estos.







