La dictadura sandinista activó este 11 de noviembre una operación masiva en redes sociales para celebrar el cumpleaños número 80 del dictador Daniel Ortega, pero los resultados resultaron adversos.
La consigna oficial, promovida por Rosario Murillo y la Juventud Sandinista, buscaba inundar internet con la etiqueta “TodosSomosDaniel“, convertida en propaganda obligatoria para instituciones públicas y granjas de troles.
Sin embargo, la respuesta espontánea de los nicaragüenses en redes ha tomado un rumbo opuesto: rechazo, indignación y llamados a justicia y libertad.
En su mensaje diario, Murillo afirmó que “todos debemos sentirnos orgullosos de ser uno con Daniel”, asegurando que la vida del tirano está “dedicada al pueblo nicaragüense”.
También repitió la frase que Ortega lanzó el último 19 de julio —“Todos somos Daniel”— la cual en aquel momento se interpretó como un mensaje sucesorio y una suerte de eslogan póstumo que intenta consolidar la figura del caudillo como líder irremplazable.
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Reclamos y rechazos al dictador
Pero el entusiasmo no llegó más allá de las cuentas oficiales. Los usuarios independientes que la resignificaron: “Todos somos Daniel… presos, exiliados y vigilados”, “Todos somos Daniel… exigiendo justicia por los asesinados”, “Todos somos Daniel… hartos de dictaduras”.
Los comentarios irónicos se mezclaron con mensajes de dolor y exigencia de rendición de cuentas por las muertes, desapariciones y encarcelamientos ocurridos desde 2018.

Los usuarios de redes sociales aprovecharon la fecha para denunciar los incontables actos de abusos, violaciones de derechos humanos masivas y la comisión de crímenes de lesa humanidad de Ortega y su par, Rosario Murillo, quien no escapó al escarnio.
A Ortega le recordaron sus asaltos juveniles, las acusaciones de violaciones sexuales contra su hijastra Zoilamérica Nárvaez y otras niñas y las masacres, ejecuciones, asesinatos, robos, confiscaciones y persecución contra los obispos.
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Entre la propaganda y el desgaste físico
A sus 80 años, Ortega es el presidente más anciano de Centroamérica y uno de los más longevos en el poder en América Latina.
Llegó al poder po segunda vez en 2007 y desde entonces se atornilló en el poder a punta de fraudes, represión, corrupción y crímenes. En total ha gobernado 29 años Nicaragua.
Su deterioro físico es evidente en sus escasas apariciones públicas, casi siempre sentado, con dificultades para leer discursos y rodeado por un reducido círculo de lealtades familiares y militares.
Su edad coincide con la misma que tenía el dictador Fidel Castro cuando se retiró de la vida política por salud.
Murillo y sus troles insisten en presentarlo como un líder vigoroso y fraterno, pero la percepción social lo ubica cada vez más como un jefe autoritario aferrado al control y responsable de crímenes de lesa humanidad, según organismos internacionales como ONU, CIDH y OEA.







