Desde 2022, Nicaragua ha dejado de ser solo una dictadura familiar. Bajo el mando de Daniel Ortega y Rosario Murillo, el país se ha convertido en una plataforma de expansión para la propaganda rusa y china en América Latina.
Según Reporteros Sin Fronteras (RSF), el régimen nicaragüense ha permitido que los medios estatales rusos —RT en Español y Sputnik— inserten su contenido, tecnología y métodos de producción en los medios oficiales del país.
Lo que comenzó como un intercambio cultural terminó convirtiéndose en una alianza estratégica para difundir las narrativas del Kremlin entre los siete millones de nicaragüenses.
En septiembre de 2022, Daniel Edmundo Ortega Murillo, hijo de la pareja presidencial y jefe del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, firmó un acuerdo con Vasili Pushkov, director de cooperación internacional de Sputnik.
Tres meses después, firmó otro con Victoria Vorontsova, directora de RT en Español. Ambos memorandos formalizaron el intercambio de contenidos y la “capacitación de periodistas en comunicación soberana”.
Para 2023, RT instaló una sede en Managua, y el propio Ortega celebró la llegada de lo que llamó “hermanos de la Federación Rusa que ayudan a servir con dignidad a nuestros pueblos”.

La propaganda rusa con acento nicaragüense
El contenido difundido desde los canales estatales nicaragüenses ahora repite los mismos guiones que RT y Sputnik: ataques a Estados Unidos, críticas a la OTAN, glorificación del poder ruso y deslegitimación de movimientos feministas y organizaciones civiles.
En el ecosistema digital del país, medios como El 19 Digital o Canal 4 reproducen materiales elaborados en Moscú y los presentan como “información soberana”.
Incluso las universidades públicas, confiscadas desde 2022, han sido incorporadas al esfuerzo propagandístico y los estudiantes tiene por tareas crear perfiles falsos en redes para amplificar la desinformación.
Lea también: Dictadura de Nicaragua envía policías a entrenarse en espionaje e inteligencia a Rusia y China
“Arlen”, periodista exiliada y ex estudiante de la antigua UCA, relató que ella “aguantó” un solo año bajo la nueva directriz universitaria y renunció ante tanta presión, manipulación y adoctrinamiento.
En junio de 2024, Sputnik organizó una serie de talleres en la Universidad Nacional Casimiro Sotelo Montenegro, antigua UCA, donde formó a estudiantes en un supuesto “periodismo veraz y patriótico”.
Los instructores rusos explicaron cómo “defender la verdad” frente a la “manipulación mediática occidental”.
RSF advierte que este tipo de entrenamientos buscan reemplazar el periodismo crítico con propaganda política, normalizando el adoctrinamiento ideológico dentro de las aulas.

La misma historia con China
Pero no es solo la propaganda rusa. A eso hay que sumarle la sumisión absoluta a la propaganda de la República Popular China. La semana pasada, uno de los hijos de la pareja dictatorial nicaragüense, Daniel Edmundo Ortega Murillo, nombrado coordinador de Medios del Consejo de Comunicación y Ciudadanía, firmó un convenio de cooperación e intercambio entre el Centro de Traducción y Doblaje para Televisión y Cine del Grupo de Medios de China y el Consejo de Comunicación y Ciudadanía de Nicaragua.
“Todos estos programas producidos por los comunicadores de la República Popular China, que se estarán presentando a las familias nicaragüenses, a través de los canales de televisión y los Medios Sandinistas de Nicaragua Digna, Bendita y Siempre Libre”, dijo Ortega Murillo.
En la ceremonia de inauguración se presentó un video de promoción, que será compartido al público nicaragüense y el lanzamiento del documental El Guardián del Patrimonio.
Además, se presentó un fragmento de la película Shenzhou-13, que es el primer documental chino rodado en el espacio, en formato 8K. También se estarán exhibiendo otras películas al pueblo nicaragüense.
La devaluación de la carrera de Comunicación
“Smith” —seudónimo de uno de los últimos docentes de Comunicación Social en la UCA en 2024— refuerza la denuncia de adoctrinamiento desde las aulas: “Nos obligaron a reorganizar los sílabos para ‘alinear enfoques’ con la comunicación soberana; llegaban módulos prefabricados con clips de RT y Sputnik y rúbricas que penalizaban ‘sesgos occidentales’”.
“En clase, los estudiantes repetían frases de Rosario Murillo como parte de la doctrina y aprendían a ‘analizar’ noticias de La Prensa y Confidencial con guías para desacreditar cualquier fuente crítica de los medios independientes”, dijo.
Smith achaca como el principal agente de adoctrinamiento al nuevo director de la carrera de Comunicación, Giovanni Loáisiga quien por muchos años fue presentador de canales oficialistas y fanático agresivo de la política comunicativa de la dictadura Ortega Murillo.
“Muchos callaron por miedo a perder la beca o peor, caer presos; quienes cuestionaban, pasaban a listas negras de ‘no confiables’. Muchos preferimos salir y exiliarnos antes que aparentar estar de acuerdo”, dijo desde San José, Costa Rica.
Lea además: ONU denuncia política sistemática de destierro y exilio forzado en Nicaragua
De la censura al monopolio informativo
Mientras el régimen estrecha lazos con Moscú y Pekín, desmantela sistemáticamente el periodismo libre.
Desde las protestas de 2018, más de 60 medios independientes han sido cerrados o confiscados. Más de 300 periodistas han sido forzados al exilio, y decenas enfrentan causas judiciales por “traición”, “ciberdelitos” o “difusión de noticias falsas”.
Entre las víctimas del cerco están La Prensa, Confidencial, 100 % Noticias, Radio Corporación y decenas de radios locales. En marzo de 2025, el régimen bloqueó los dominios .com.ni de varios medios críticos, dejándolos fuera del acceso local.
“Dentro del país ya no hay periodismo libre”, lamenta un reportero exiliado en Costa Rica. “El gobierno controla hasta los canales cables y el internet”.
El control informativo es total: los medios estatales repiten mensajes oficiales, las cadenas privadas están obligadas a transmitir discursos del gobierno, y las redes sociales son vigiladas mediante “granjas de troles” financiadas por instituciones públicas.

JP+, el laboratorio digital de Moscú en Managua
Uno de los ejemplos más claros de esta alianza se llama JP+, la evolución de Juventud Presidente, una red de comunicadores sandinistas que cambió de enfoque tras la invasión rusa a Ucrania.
Antes de 2022, su contenido era local y partidista. Hoy, JP+ difunde videos que defienden la guerra de Putin, atacan a la Unión Europea y a Estados Unidos, y celebran la “nueva multipolaridad” global.
Con más de 830,000 suscriptores en YouTube y casi un millón en Facebook, JP+ se ha convertido en el brazo digital más exitoso de la alianza Moscú-Managua.
“El régimen de Ortega permite a Rusia usar Nicaragua como base de operaciones de su guerra informativa en América Latina”, explicó a Divergentes el profesor Robert Evan Ellis, del Colegio de Guerra del Ejército de Estados Unidos.
“Desde allí se ensayan formatos, discursos y técnicas de manipulación antes de expandirlos al resto de la región”, dijo.
Lea más: Dictadura de Nicaragua firma acuerdos con territorios ucranianos invadidos por Rusia
La alianza entre represión y desinformación
Expertos consultados por Divergentes y RSF coinciden: la colaboración entre el régimen nicaragüense y los medios del Kremlin combina dos estrategias.
La primera, reforzar los lazos geopolíticos entre Managua y Moscú. La segunda, destruir toda fuente alternativa de información.
La vicepresidenta Rosario Murillo ha celebrado abiertamente la alianza, calificando a Sputnik como “una espada que destruye las mentiras de la OTAN”.
En sus discursos diarios, mezcla símbolos religiosos con consignas antioccidentales y repite las frases que Moscú difunde en su propaganda global.
El resultado es un discurso cerrado, circular y autorreferencial: todo lo que contradiga al régimen o a sus aliados es tachado de “imperialista”, “falso” o “terrorista mediático”.

La “limpia” digital y la guerra cibernética
El esfuerzo por controlar el espacio digital no se limita al territorio nicaragüense.
En 2021, Facebook eliminó 937 cuentas falsas vinculadas al Frente Sandinista, 140 páginas y 363 perfiles de Instagram que operaban desde instituciones públicas como Telcor y el Seguro Social.
Estas redes funcionaban como una “gran fábrica de troles” encargada de atacar a periodistas, opositores y activistas.
Pese a ese golpe, el régimen rearmó rápidamente su aparato digital. Hoy sus propagandistas operan desde centros cerrados en Managua, coordinados por el Consejo de Comunicación que dirige Daniel Edmundo Ortega Murillo.
Según el Departamento de Estado de EE. UU., este consejo fusionó todos los medios estatales y privados bajo control familiar, “coordinando los mensajes políticos y gestionando capacitaciones con expertos rusos y chinos”.
El exilio como trinchera informativa
Ante el silencio impuesto dentro del país, el periodismo independiente se reorganizó en el exilio.
Medios como Divergentes, Confidencial y Artículo 66 producen investigaciones desde Costa Rica, España o Estados Unidos, apoyándose en redes de colaboradores clandestinos.
Publican en plataformas digitales, replican en redes y usan sistemas de encriptación para proteger sus fuentes.
“Dormimos en el exilio, pero seguimos informando desde Nicaragua”, resume un editor de La Prensa desde Costa Rica. “Nos toca hacer periodismo con las uñas y reinventarnos”.
La resistencia informativa se sostiene gracias al apoyo de lectores, redes de periodistas latinoamericanos y organizaciones como RSF o la Fundación Gabo.
Sin embargo, la presión del régimen se extiende más allá de las fronteras: campañas de difamación, amenazas a familiares y bloqueos de contenido dificultan el trabajo diario.
Lea también: EEUU exige prueba de vida del periodista Leo Cárcamo, preso político de la dictadura de Nicaragua

La otra cara del “poder blando”
Para Moscú, Nicaragua es mucho más que un aliado político: es una vitrina simbólica. A través de RT, Sputnik y JP+, Rusia proyecta su narrativa en el corazón de América Latina, un territorio históricamente sensible al discurso antiestadounidense.
“El Kremlin usa el llamado soft power para influir, no con armas, sino con emociones, símbolos y propaganda”, explica Carlos Galán Cordero, experto en inteligencia de la Universidad Nebrija. “Y Nicaragua es su laboratorio perfecto”.
El objetivo no es solo moldear la opinión pública, sino legitimar regímenes autoritarios, desacreditar la prensa libre y sembrar desconfianza hacia las democracias liberales.
Mientras Europa bloquea las transmisiones de RT y Sputnik, Managua las acoge y las amplifica.
Un espejo oscuro para América Latina
El caso nicaragüense es una advertencia regional. En un país donde la prensa libre fue sustituida por propaganda y las noticias se confunden con consignas, el control del relato se ha convertido en el nuevo rostro del poder.
RSF alerta que la alianza entre Rusia y el régimen Ortega-Murillo representa “una amenaza directa para la libertad de prensa y la democracia en América Latina”.
En este panorama sombrío, los periodistas exiliados son la última línea de defensa frente a la desinformación. Desde pequeñas redacciones dispersas, intentan mantener viva la memoria del país, informar sin censura y desenmascarar el discurso oficial que pretende moldear la realidad.
“La batalla por la verdad en Nicaragua —advirtió RSF— es hoy también una batalla por el alma de América Latina”.