Entre enero y julio de 2025, 1,614 niños y adolescentes viajaron solos hacia la frontera sur, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
Durante los últimos tres años y medio, más de 132,000 menores guatemaltecos intentaron llegar sin compañía de un familiar a Estados Unidos, lo que representaba un promedio de casi 38,000 por año.
La reducción registrada este 2025 equivaldría a un descenso estimado del 95%, una caída significativa, aunque la cifra todavía refleja una migración constante. El tema volvió a la agenda internacional cuando se conoció que alrededor de 600 menores de edad estaban a punto de ser deportados desde Estados Unidos a Guatemala el pasado 31 de agosto.

Según medios internacionales, algunos ya se encontraban en un avión rumbo a la Ciudad de Guatemala, pero una orden judicial frenó el proceso en el último momento.
La jueza Sparkle Sooknanan, del Distrito de Columbia, suspendió las deportaciones durante 14 días al considerar que podrían poner en riesgo a los niños. Mientras tanto, los menores permanecen bajo custodia en albergues del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU., a la espera de que se resuelva su situación migratoria.
La recepción de migrantes
En Guatemala, el presidente Bernardo Arévalo aseguró que el país está dispuesto a recibir a los niños que regresen por orden de un juez o por voluntad propia.
No obstante, reconoció que preocupa la situación de aquellos que están por cumplir 18 años, ya que podrían ser trasladados a centros de detención para adultos en condiciones más duras.
El gobierno guatemalteco explicó que podría recibir hasta 150 menores por semana, siempre que se logre identificar a sus familias para garantizar la reunificación.

El Ministerio de Relaciones Exteriores señaló que el proceso se realizará bajo el principio del interés superior del niño, con apoyo de la Procuraduría General de la Nación, la Secretaría de Bienestar Social y el Instituto Guatemalteco de Migración.
Activistas advierten que detrás de estas cifras hay historias complejas, como la de una niña de 12 años entrevistada por BBC Mundo, quien dijo no poder regresar a Guatemala porque su padre la maltrataba tras la muerte de su madre.
Casos como este reflejan que, aunque los números bajaron, la migración infantil sigue siendo un drama humano que exige soluciones estructurales en Guatemala y atención especial de las autoridades estadounidenses.