Desde 2018 hasta 2024, al menos 913 periodistas de 15 países latinoamericanos se han visto obligados a abandonar sus naciones para proteger sus vidas, su integridad y la de sus familias, según el informe “Voces desplazadas: radiografía del exilio periodístico en América Latina 2018-2024”. Muchos de ellos han abandonado definitivamente la profesión.
El estudio fue elaborado por el Programa Libertad de Expresión y Derecho a la Información de la Universidad de Costa Rica, junto a la organización Fundamedios y la Cátedra UNESCO de Comunicación y Participación Ciudadana de la Universidad Diego Portales en Chile, con apoyo de UNESCO. El reporte señala que esta cifra representa “una herida abierta” en las democracias de América Latina.
“El hecho de que 15 países hayan expulsado periodistas simplemente por hacer su trabajo revela un proceso grave de erosión democrática en la región”, afirmó Óscar Mario Jiménez, coordinador del estudio.
Venezuela, Nicaragua y Cuba concentran el 92 % del exilio
Los países con mayor número de periodistas desplazados son Venezuela, Nicaragua y Cuba. En tanto, los principales destinos de acogida han sido Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos, España y México.
El informe identificó que las principales causas del exilio son la persecución política y las amenazas del crimen organizado o de actores vinculados a la corrupción estatal. Además, el documento advierte que el número real de periodistas desplazados podría ser mayor, ya que muchos no reportan su salida a organizaciones y los gobiernos no llevan un registro oficial.
Aunque en 2024 El Salvador se consideraba un país con emigración moderada, la situación se ha agravado en los últimos meses. Según Jiménez, la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES) reportó que entre 40 y 50 periodistas han salido del país solo en el primer trimestre del año.
Este aumento estaría vinculado con el avance del modelo autoritario impulsado por el presidente Nayib Bukele, que ha impuesto reformas constitucionales, ha restringido el ejercicio del periodismo y ha utilizado el régimen de excepción para limitar derechos fundamentales.

Periodismo en el exilio: precariedad, activismo y resistencia
El informe también aborda el impacto del exilio en el ejercicio del periodismo. De los 98 periodistas encuestados, 64 continuaron con su labor, aunque en muchos casos sin remuneración adecuada o trabajando de forma voluntaria. Otros 32 confesaron haber abandonado la profesión ante la imposibilidad de ejercer en sus países de acogida.
Uno de los casos destacados es el del periodista nicaragüense Víctor Manuel Pérez, quien huyó en 2018 a Costa Rica con apenas $100. Tras años de espera, obtuvo estatus de refugiado en 2023 y fundó los medios digitales República 18 e Intertextual, este último especializado en temas de diversidad sexual. “Me lo pregunto cada día: ¿por qué sigo haciendo esto? Pero siento que informar es contribuir a la sociedad”, afirmó.
Por su parte, Ángela, periodista exiliada en otro país de la región, relató que la persecución continuó a través del hostigamiento a sus familiares. “Al principio mostraba mi rostro, pero tuve que dejar de hacerlo. El acoso a la familia es brutal”, dijo.
Los periodistas que ya no regresan
En muchos casos, el exilio implica el fin del ejercicio profesional. Diobert Tocuyo, periodista deportivo venezolano, vive en Chile desde 2018 y no ha podido volver a su labor. Trabaja en un centro de podología y su esposa, también periodista, se emplea en una tienda de artículos para acampar.
“No es solo por falta de oportunidades. Los salarios en el periodismo aquí no permiten vivir”, explicó.
El estudio concluye que el periodismo en el exilio enfrenta tres caminos: quienes logran adaptarse al entorno laboral, quienes emprenden medios propios con grandes dificultades y quienes abandonan la profesión. “Muchos se convierten en emprendedores por un tiempo, pero la mayoría termina dejando el periodismo”, explicó Jiménez.
Impacto directo en la democracia
La consecuencia más grave del desplazamiento forzado de periodistas es la creación de “desiertos informativos”, según el informe. Al dejar sus países, disminuye el acceso de la ciudadanía a información verificada y oportuna.
“Se forman vacíos donde ciertos temas no se discuten, donde algunos problemas no se visibilizan. Y eso, al final, termina afectando directamente a la democracia”, concluyó Jiménez.