En una noche mágica que quedará grabada en los libros dorados del fútbol centroamericano, el campeón nicaragüense Cacique Diriangén se impuso con autoridad 4-2 ante el Club Sport Herediano de Costa Rica, nicampeón vigente y uno de los equipos más valiosos del istmo.
El escenario fue el Estadio Cacique, y el protagonista absoluto fue el equipo nicaragüense, que firmó una victoria que huele a gesta.
Desde el pitazo inicial, el Diriangén salió con alma de guerrero, dispuesto a demostrar que en Nicaragua también se juega fútbol de alto nivel. Apenas corría el minuto 3 cuando Junior Arteaga desató el rugido de la tribu con un misil inatajable que estremeció las redes costarricenses. Fue el primer golpe de una noche inolvidable.
Herediano intentó recomponer el rumbo y lo logró momentáneamente con el empate de Marcel Hernández al minuto 10. Pero lo que parecía un respiro para los florenses fue apenas un paréntesis en la embestida del Cacique.
Renzo Carballo, el paraguayo que se ha metido en el corazón del pueblo diriambino, apareció al minuto 19 para poner el 2-1, y luego, con temple y precisión quirúrgica, firmó su doblete al 31′ para encender las tribunas y perfilar la victoria histórica.
Aunque Herediano logró descontar con un tanto de Jurguens Montenegro en la segunda parte, la ilusión visitante duró poco. Justin Cano, con el alma del Cacique en cada paso, apareció al minuto 71 para marcar el cuarto y sellar una victoria que ya recorre toda Centroamérica como ejemplo de coraje, táctica y hambre de gloria.
La caída de Herediano no solo dejó al técnico Pablo Salazar contra las cuerdas, sino que confirmó el despertar del fútbol pinolero, que con orden, entrega y convicción está rompiendo moldes y tumbando gigantes.
Centroamérica toma nota: el Cacique Diriangén no solo ganó, dominó. Y lo hizo con categoría.
En medio de una temporada donde los clubes de mayor presupuesto parecen caminar sobre hielo fino, el equipo más histórico de Nicaragua le recordó a todos que el corazón no se compra… se entrena. Y esta vez, el corazón fue blanquinegro.