Costa Rica atraviesa una etapa marcada por tensiones políticas, conflictos institucionales y aumento de la violencia estructural, según el informe más reciente del programa Análisis de Coyuntura de la Sociedad Costarricense, elaborado por la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional (UNA).
El documento advierte que el país enfrenta una ruptura en la generación de consensos fundamentales, mientras la desigualdad social y económica continúa afectando áreas clave como salud, educación, medio ambiente e infraestructura.
Carlos Carranza, académico de la UNA y coordinador del estudio, afirmó que “se expone una coyuntura marcada por tensiones políticas, desafíos estructurales y una sensación general de incertidumbre”.
A su juicio, el discurso confrontativo del presidente Rodrigo Chaves con otros poderes del Estado y actores sociales, como la Asamblea Legislativa y su presidente Rodrigo Arias, acentúa esa dinámica.
El informe señala que el mandatario utiliza canales no oficiales para emitir mensajes con tono hostil, lo que se agrava por la falta de una figura en el Ministerio de la Presidencia que sirva como enlace institucional. La participación del propio presidente en marchas, como la realizada contra el fiscal general, y el uso recurrente del veto presidencial ante leyes ajenas al interés del Ejecutivo, profundizan la fractura con entidades como el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE).
“La actitud del Ejecutivo ha contribuido a una atmósfera de polarización y debilitamiento del diálogo institucional”, agregó Fernando Méndez, también investigador del programa.
Violencia y retrocesos en derechos humanos
La violencia estructural se expresa también en los 17 femicidios registrados en lo que va del 2025, cifra que el informe califica como reflejo del fracaso gubernamental en revertir esta “tendencia preocupante”.
El documento acusa a la actual administración de adoptar un enfoque neoconservador en temas como derechos humanos, atención a minorías y políticas migratorias. Entre los hechos más relevantes, señala la aceptación de personas migrantes deportadas desde Estados Unidos, la ambigüedad del canciller Arnoldo André en su comparecencia legislativa y un decreto que limita el respaldo estatal a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
“Estas decisiones debilitan la posición de Costa Rica en el contexto global”, afirmó Carranza.
Déficits sociales y de infraestructura
La inestabilidad política impacta directamente en sectores clave. Aunque el índice de pobreza mostró una leve mejoría, el aumento en la desigualdad refleja una reducción en programas sociales y un debilitamiento progresivo de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS).
El retraso en proyectos hospitalarios, las listas de espera, la fuga de médicos y las disputas por la administración de los Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (EBAIS) son, según el informe, síntomas de un sistema de salud en decadencia.
En el área ambiental, se cuestiona la falta de una estrategia clara y se denuncia la creciente intervención privada en espacios protegidos como el Refugio Gandoca-Manzanillo. “Se ha perdido el rumbo en programas emblemáticos”, agrega el estudio.
También se detallan avances limitados en obras viales, como el paso elevado de La Lima, y retrasos o problemas en proyectos como la carretera a Limón y el tren eléctrico. El Lanamme advirtió sobre riesgos en puentes y carreteras sin atención.
Educación y relaciones exteriores
En educación, el informe denuncia la falta de una ruta clara, una inversión decreciente y una organización interna desfasada en el Ministerio de Educación Pública (MEP), lo que, a juicio de Carranza, compromete el futuro del país. “Luego de tres años sin una ruta clara, el sistema educativo está estancado”, sentenció.
Finalmente, el análisis expone un panorama complicado en el comercio exterior, tras la imposición de aranceles a productos costarricenses por parte de Estados Unidos, lo que evidencia la urgencia de una estrategia nacional a largo plazo.
El informe concluye con una advertencia: “A menos que se realicen esfuerzos deliberados por cambiar el rumbo, todo indica que esta será la tónica que prevalecerá durante el resto del año, especialmente si el Presidente continúa reforzando este clima mediante un lenguaje simbólico cargado de tensión”.