El Volcán de Fuego, ubicado en la región suroeste de Guatemala, continúa con su actividad eruptiva, que ha sido registrada por el Observatorio del Volcán de Fuego. Este estratovolcán, con una altitud de 3,763 metros sobre el nivel del mar, presenta explosiones frecuentes de baja intensidad, que ocurren a un ritmo de entre 6 y 10 por hora, según el reporte del Instituto de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (INSUVUMEH).
Las explosiones han lanzado columnas de gas y ceniza a alturas de hasta 4,800 metros, que son dispersadas por los vientos hacia el oeste y suroeste, afectando amplias áreas circundantes.
Las explosiones también generan material incandescente que asciende hasta 200 metros sobre el cráter, cayendo alrededor de este y originando avalanchas de baja y moderada intensidad.
Estas avalanchas se desplazan por las barrancas que rodean el volcán, incluyendo las de Ceniza, Taniluyá, Seca, Las Lajas y Honda. Aunque las avalanchas no han alcanzado grandes distancias, la actividad sí ha provocado alertas locales por el peligro de deslizamientos y flujos de escombros.
BOLETÍN VULCANOLÓGICO DIARIO
10 de noviembre de 2024.#SomosINSIVUMEH #GuatemalaSaleAdelante #CIV pic.twitter.com/sCCKt5iUDn— INSIVUMEH (@insivumehgt) November 10, 2024
Las zonas más cercanas al volcán, como San Pedro Yepocapa, Sangre de Cristo y Palo Verde, se encuentran bajo constante vigilancia.
Además de la actividad eruptiva, se ha reportado una caída débil de partículas de ceniza sobre varias comunidades cercanas al volcán, lo que podría generar incomodidades para la población, según el reporte de.
Las localidades de El Porvenir, Morelia, Panimaché I y II, Santa Sofía y Los Yucales están siendo monitoreadas debido a la posibilidad de que se acumulen cenizas finas en el aire, lo que podría afectar la calidad del aire y la salud de los habitantes.
A pesar de la intensidad moderada de la actividad, las autoridades recomiendan mantenerse alertas y tomar precauciones.
Por último, las condiciones meteorológicas podrían agravar la situación. Se ha pronosticado que las lluvias durante la tarde y noche podrían generar lahares, que son flujos de agua mezclados con cenizas y escombros volcánicos. Estos lahares podrían descender por las barrancas del volcán, poniendo en riesgo la seguridad de las comunidades cercanas. La interacción de la actividad eruptiva con las lluvias representa una amenaza constante, por lo que las autoridades de protección civil continúan monitoreando de cerca la situación y emitiendo alertas en caso de que la actividad del volcán se intensifique.