Sacerdote Edwing Román relata su vida en el exilio y denuncia la persecución a la Iglesia en Nicaragua

La siniestra co-dictadora Rosario Murillo lo amenazó con cárcel y ya no pudo regresar al país

padre Edwin Roman

Padre Edwin Roman

El sacerdote nicaragüense Edwing Román, uno de los rostros más visibles de la Iglesia católica crítica al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, cumple cuatro años en el exilio en Estados Unidos.

Desde su labor pastoral en Miami, donde ejerce como vicario parroquial de la iglesia Santa Ágatha, comparte su testimonio sobre la nostalgia, la resistencia y la esperanza de una Iglesia sometida a una de las persecuciones más duras en América Latina.

Una salida forzada por amenazas

Román, de 65 años y ordenado en 1990 en la Arquidiócesis de Managua, recuerda que viajó a Estados Unidos en agosto de 2020 con un boleto de regreso a los diez días. Sin embargo, nunca volvió.

“Debido a las amenazas directas de Rosario Murillo y de un periodista oficialista que pedía mi encarcelamiento, además de los constantes asedios y detenciones en carretera, decidí quedarme y tramitar mi asilo”, relató en entrevista con ACI Prensa.

El religioso se había convertido en uno de los sacerdotes más críticos frente a los abusos de la administración sandinista, y su voz resultó incómoda en un país donde la dictadura ha encarcelado, desterrado o silenciado a líderes religiosos y laicos.

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Masaya 28 de Agosto del 2019. Policia orteguista asedia la iglesia San Miguel, donde el padre Edwin Román realizaba una homilia por los presos politicos .LA PRENSA.Roberto Fonseca

Adaptación en Miami

Acogido por el párroco Marcos Somarriba y la comunidad de Santa Ágatha, Román ha consolidado allí su misión pastoral.

En agosto agradeció públicamente al arzobispo de Miami, monseñor Thomas Wenski, por su nombramiento como vicario parroquial, en la misma iglesia donde también celebra misa el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez, exiliado desde 2019.

“Ha sido muy difícil adaptarse, siempre queda la nostalgia de no haberme despedido de mi parroquia ni que mis feligreses se despidieran de mí. Sin embargo, hemos encontrado pastores que nos han abierto su corazón”, señaló.

Sus jornadas transcurren entre celebraciones de misa, atención a enfermos, visitas a familias migrantes y acompañamiento espiritual a una diáspora marcada por el desarraigo.

Persecución en Nicaragua

Mientras tanto, la situación en su país natal se agrava. Según el informe Nicaragua: Una Iglesia perseguida, de la investigadora Martha Patricia Molina, el régimen Ortega-Murillo ha perpetrado 1.010 ataques contra la Iglesia católica desde 2018, prohibiendo más de 16.500 procesiones y actos de piedad.

“El pueblo sigue llenando los templos en Semana Santa y en las fiestas patronales, a pesar del asedio. Se prohíben procesiones, se exigen homilías para ser revisadas por la Policía y se infiltran las parroquias. Aun así, la fe de la gente no se detiene”, aseguró Román.

La dictadura también ha encarcelado a decenas de sacerdotes y religiosos. En 2023 expulsó al obispo Rolando Álvarez, condenado a 26 años de cárcel antes de desterrarlo a Roma, lo que evidenció la magnitud del choque entre la Iglesia y el régimen.

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Monseñor Rolando Álvarez, sacerdote de Nicaragua.

La mirada de Roma

El respaldo del Vaticano ha sido una fuente de aliento. El pasado 23 de agosto, el Papa León XIV recibió en audiencia a los obispos nicaragüenses en el exilio —Silvio Báez, Isidoro Mora y Carlos Herrera— con quienes abordó la crisis eclesial.

“El Papa manifestó su cercanía con el pueblo nicaragüense y con la Iglesia, y eso nos anima mucho”, dijo Román.

Monseñor Báez confirmó que el Pontífice lo ratificó en su misión como obispo auxiliar de Managua y lo alentó a seguir acompañando a la comunidad en el exilio.

Edwin Román a la solidaridad

Román insiste en que la primera forma de apoyo internacional es la oración y la visibilidad mediática. “Pido que se rece por esta Iglesia que peregrina en Nicaragua y que los medios sigan denunciando la injusticia que vive nuestro pueblo”, señaló.

A pesar de la nostalgia y la distancia, el sacerdote afirma que mantiene intacta la esperanza: “El régimen pasará. La fe de los nicaragüenses no está destruida. La Iglesia se sostiene en la resistencia de su gente, que sigue de pie”.

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