San Pedro Sula, Honduras, se ha convertido en el epicentro de la tragedia migratoria. Hasta esta ciudad llegan vuelos de deportación operados por ICE y, recientemente, por el ejército de Estados Unidos. Investigadores de la WOLA y la Women’s Refugee Commission (WRC) visitaron el lugar y documentaron serias violaciones a derechos humanos en el proceso de detención y retorno de migrantes hondureños.
Según el informe, centenares de padres hondureños han sido deportados sin sus hijos ciudadanos estadounidenses, a pesar de que muchos solicitaron llevárselos consigo. La nueva directiva del 2 de julio de ICE debilitó las obligaciones de reunificación familiar, lo que ha derivado en una práctica sistemática de separación forzada.
“Es mentira que les dan la opción de llevarse a sus hijos. Todos los días llegan mujeres llorando sin poder hacer nada”, dijo una trabajadora social entrevistada en San Pedro Sula. Varios padres declararon que fueron removidos sin poder siquiera hacer una llamada a sus familias.
Mujeres deportadas reportan alimentación insuficiente, falta de higiene y condiciones insalubres para sus bebés. Los alimentos a bordo son congelados, con chips o frutas, y los niños llegan enfermos, con signos de desnutrición, diarrea y tos.
Las madres lactantes aseguran que no reciben alimentos ni hidratación adecuada para mantener la producción de leche, lo que impacta directamente en la salud de los recién nacidos. “Llegan con leche que parece agua, y eso afecta el peso de los bebés”, explicó una trabajadora humanitaria.
Estos hallazgos confirman las denuncias sobre el deterioro en el acceso a salud y nutrición en los centros de detención de ICE, especialmente para mujeres embarazadas y madres migrantes.
Personas trans y no binarias sufren violencia y discriminación
Las violaciones a derechos humanos también afectan a la comunidad LGBTQ migrante. Una mujer trans, deportada tras vivir en EE.UU. desde 2021, describió su paso por un centro de detención de ICE como “una pesadilla”.
Relató que fue colocada en una unidad masculina junto a otras dos mujeres trans, obligadas a compartir duchas con hombres, donde fueron objeto de acoso físico y verbal, tanto por detenidos como por los custodios. “Los guardias nos gritaban cosas ofensivas por ser trans”, aseguró la víctima.
El reporte también documenta que muchos deportados llegan sin dinero, teléfonos, documentos ni objetos de valorque entregaron al ser detenidos. Aunque reciben un recibo escrito a mano, no hay instrucciones para recuperar sus bienes, lo que representa una pérdida de miles de dólares en cada vuelo.
Incluso artículos menores como los cordones de los zapatos no son devueltos, lo que evidencia un trato indigno y humillante en todo el proceso.
Los expertos de WOLA y WRC advirtieron que estos abusos ocurren sin supervisión ni acceso público a los centros de detención de ICE, lo cual agrava la falta de transparencia. Con los recortes de fondos de USAID y el Departamento de Estado, las organizaciones que brindaban atención y documentación han sido desmanteladas, dificultando la denuncia y asistencia a los retornados.
“Esto está ocurriendo en la oscuridad, sin que el mundo lo vea. Nuestro trabajo es evitar que sigan estas violaciones invisibles”, concluyeron los investigadores.