Directora del Consejo Anticorrupción de Honduras critica uso político de la educación tras polémica por libro “28J”

Gabriela Castellanos advierte sobre el riesgo de convertir las aulas hondureñas en trincheras ideológicas, por la "imposición" de la lectura de un suceso con la narrativa del gobierno izquierdista de Xiomara Castro y su esposo y asesor, Manuel Zelaya.

Gabriela Castellanos, directora del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) de Honduras.

La directora del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), Gabriela Castellanos, lanzó duras críticas contra la intención del gobierno de la presidenta Xiomara Castro de introducir de forma obligatoria el libro 28J, una obra sobre el golpe de Estado de 2009 que derrocó al entonces gobernante Manuel Zelaya, esposo de la mandataria.

A través de un mensaje difundido en redes sociales, Castellanos cuestionó la medida —aunque posteriormente el gobierno se retractó de su carácter obligatorio— y advirtió que la educación pública está siendo utilizada como vehículo de adoctrinamiento político. “Cuando se pretenden convertir las aulas en trincheras ideológicas, la educación deja de ser el alma de los pueblos”, señaló, citando una frase atribuida al prócer Francisco Morazán.

Para la abogada y activista anticorrupción, la inclusión del texto en la denominada “cátedra morazánica” constituye un intento de imponer un dogma oficial, desvirtuando el propósito formativo de las instituciones educativas. “Transforman escuelas en fábricas de propaganda y los estudiantes en rehenes ideológicos”, advirtió Castellanos.

En su mensaje, la titular del CNA comparó esta práctica con regímenes autoritarios de la historia reciente. Mencionó como ejemplo el uso del libro Mi Lucha en las escuelas de la Alemania nazi, la educación ideologizada en Cuba y la glorificación de líderes en el sistema escolar de Corea del Norte.

El gobierno, aunque descartó que el libro sea de uso obligatorio, ha defendido su presencia en las aulas como parte de una revisión histórica de hechos recientes. No obstante, para Castellanos, este tipo de iniciativas representan un “abuso que deprava el verdadero propósito de la educación”.

“La tarea no es fabricar adeptos ni entrenar repetidores de consignas, sino formar lectores críticos capaces de apreciar la diversidad de pensamiento”, sentenció.

El debate sobre el contenido educativo y su vinculación con líneas políticas se suma a una creciente tensión entre sectores críticos y la administración de Castro, en un contexto en el que la independencia institucional y la libertad de pensamiento siguen siendo temas de discusión pública en Honduras.

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