En un gesto que acentúa la confrontación de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra la Iglesia católica, el sacerdote Floriano Ceferino Vargas fue desterrado a Panamá tras ser detenido por la policía el pasado domingo, después de celebrar una misa en Nueva Guinea, Caribe Sur de Nicaragua.
La medida se produce en medio de una escalada represiva que ha incluido la expulsión de monjas y el exilio forzoso de sacerdotes y obispos, en pleno marco de las festividades decembrinas, tradicionalmente católicas en el país.
Un destierro más en la lista
“El destierro es un crimen de lesa humanidad”, comentó el líder campesino exiliado Medardo Mairena en su cuenta de X, al denunciar el destierro de Vargas.
Según Mairena, el padre Vargas, quien lideraba la parroquia de San Martín de Porres en Nueva Guinea, fue trasladado a Panamá como parte de la política de expulsión del régimen.
El destierro es un crimen de lesa humanidad.
Nos informan que el padre Floriano Ceferino Vargas, párroco de la Iglesia de San Martín de Porres en Nueva Guinea, ha sido desterrado por el régimen sandinista de los Ortega-Murillo. País de destino:
la República hermana de Panamá.… pic.twitter.com/4bHydVWVtb— Medardo Mairena Sequeira (@MedardoMairena) December 2, 2024
Aunque Vargas era conocido por su cercanía al Frente Sandinista, incluso dentro del clero, su destierro refuerza la percepción de que ni siquiera los aliados del régimen están exentos de ser utilizados como parte de un mensaje de control total.
“Ni los padres simpatizantes están a salvo”, comentó bajo anonimato un sacerdote que conoció al padre Vargas.
La guerra de Ortega contra la Iglesia
Desde 2018, cuando el régimen acusó a la Iglesia Católica de apoyar un supuesto “golpe de Estado” durante las protestas sociales, la dictadura ha desatado una campaña sistemática de persecución.

Según la investigadora y abogada Martha Patricia Molina, autora del informe Nicaragua: ¿una Iglesia perseguida?, más de 250 religiosos han sido expulsados, desterrados o forzados al exilio mediante bloqueos migratorios desde entonces.
“El régimen ha detenido a 74 religiosos, desterrado a 63 de ellos y al menos 35 han sido despojados de su nacionalidad”, señala el Colectivo de Derechos Humanos Nunca Más.
Expulsión masiva de monjas
En paralelo, las pocas congregaciones de monjas que permanecían en Nicaragua han recibido un ultimátum para abandonar el país antes de finalizar el año.
Molina denunció que los puntos migratorios se llenarán en las próximas semanas de religiosas expulsadas, muchas de las cuales han visto cómo sus propiedades y organizaciones sin fines de lucro han sido confiscadas por el régimen.
“Son las religiosas cuyas organizaciones fueron canceladas arbitrariamente. La mayoría ya han huido del país; sus propiedades serán confiscadas”, explicó Molina.
Un éxodo sin precedentes
El destierro de Vargas se suma al exilio forzado de monseñor Carlos Enrique Herrera, obispo de Jinotega, y otros sacerdotes que han sido expulsados o impedidos de regresar al país en los últimos meses.
Desde abril de 2018, la dictadura ha reforzado una política de anulación del clero crítico, obligando al éxodo masivo de líderes religiosos y eliminando la presencia de órdenes religiosas en Nicaragua.
Las medidas de la dictadura empañan las tradicionales festividades católicas en Nicaragua, donde las celebraciones de La Purísima y la Navidad están marcadas por un fuerte simbolismo religioso.
Carta del Papa Francisco a católicos de Nicaragua es “bálsamo para nuestro espíritu” https://t.co/4vLEzo4BGY
— Félix Maradiaga (@maradiaga) December 3, 2024
La Iglesia católica, ahora bajo asedio, enfrenta restricciones que prohíben procesiones y actos religiosos fuera de los templos.
La represión también ha tensado las relaciones internacionales del régimen, que en marzo de 2023 rompió vínculos diplomáticos con el Vaticano tras una crítica del Papa Francisco sobre la detención de líderes religiosos.
En medio de ese contexto, el Vaticano ha alzado la voz por medio del papa Francisco, quien el fin de semana se expresó en solidaridad con el pueblo católico nicaragüenses.
Y días antes, el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Pietro Parolin, condenó la represión en Venezuela y Nicaragua, en una visita del secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken.
En medio de la temporada navideña, estas acciones profundizan la crisis humanitaria y refuerzan la imagen de un régimen autoritario que no duda en imponer su control a costa de los derechos fundamentales de sus ciudadanos y de la libertad religiosa.