Una cumbre borrascosa. Los presidentes de Brasil (Ignacio Lula da Silva), Colombia (Gustavo Petro), Uruguay (Yamandú Orsi), España (Pedro Sánchez) y Chile (Gabriel Boric) celebraron la Cumbre por la Democracia haciendo una defensa enérgica de la paz, la justicia social y el multilateralismo. Sin embargo, la declaración enmudeció ante las dictaduras más antiguas y aniquiladoras del hemisferio.
El encuentro de jefes de Estado incumplió su principal promesa y razón de ser, al no mencionar la existencia de más de 2.200 presos políticos en cárceles de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Una omisión intencional, imperdonable e inmoral.
La inacción y el miedo no son apropiados, dice el documento de los presidentes. Correcto. Es necesario actuar, hablar alto y no ser cómplice de los abusos, violaciones y crímenes de lesa humanidad. No hay que tener miedo a llamar por su nombre a la infame trinidad de dictadores de las Américas y reclamar la liberación de presos políticos. La Cumbre no lo hizo.
Condenar las tendencias autoritarias. Otra excelente propuesta, que matiza la verdad y tiñe de bondad la situación que vive el hemisferio. No son “tendencias autoritarias” son dictaduras represivas que llevan décadas en el poder promoviendo muerte, mentiras y miseria. Terrorismo de Estado.
Defender la democracia en tiempos difíciles. Gran desafío, en especial para los lideres de la Cumbre, que se rehúsan a salir de la trinchera ideológica y condenar las violaciones a derechos humanos. Cuba, por ejemplo, lleva 66 años sin elecciones libres y no hubo una sola palabra al respecto.
Promover el multilateralismo. Excelente. Es tiempo de promover una respuesta multilateral respecto a Venezuela para que Maduro entregue el poder y reconozca su derrota electoral. Esa respuesta puede ser liderada por España, Brasil, Colombia, Uruguay y Chile. Lamentablemente no es así.
Convocar a los jóvenes, estudiantes y sociedad civil para escucharlos.Extraordinario. En países como Nicaragua las organizaciones de sociedad civil han sido clausuradas y confiscadas. Las universidades han sido asaltadas y avasalladas y la juventud ha sido condenada al silencio, la cárcel o el exilio. La Cumbre tampoco dijo nada.
Promover la justicia social y los derechos humanos. Maravillosa propuesta. Podemos empezar con denunciar los privilegios y violaciones a derechos humanos promovidos por las élites militares de Cuba, Nicaragua y Venezuela. La riqueza del oro de sangre, los narcogobiernos y las confiscaciones deberían ser cuestionadas categóricamente.
Los diálogos en la Cumbre incluyeron de todo. Gustavo Petro hablando de la linterna de Diógenes y Macondo, Pedro Sánchez romantizando con sus días de niño escuchando a Víctor Jara y Lula corriendo por la tarima para demostrar su vitalidad a los 79 años. Hubo tiempo para todo, menos para condenar a los asesinos de la democracia.
La Cumbre tuvo espacio para hablar de las bombas que explotan a miles de kilómetros en Gaza pero no dijo una sola palabra de los atentados terroristas en Colombia, las desapariciones forzadas en Venezuela, los crímenes contra la iglesia en Nicaragua o la represión brutal en Cuba.
La vieja confrontación entre izquierdas y derechas es estéril. El verdadero problema es la falta de democracia, las violaciones de derechos humanos, los exilios, las desapariciones forzadas o los crímenes de lesa humanidad. Estas atrocidades y quienes las practican fueron ignorados por la Cumbre de la Democracia.
La Cumbre del Silencio fue un evento propagandístico. En especial porque quienes asistieron son amigos de los dictadores y por ende enemigos naturales de la democracia. Los presidentes socialistas, guerrilleros, cocaleros y autoproclamados progresistas no son parte de la solución son parte del problema. Su escandaloso silencio grita muchas verdades.