En agosto de 2022, el Colegio Médico de El Salvador alertó a la población que las vacunas chinas Coronavac y Sinopharm no eran recomendables para refuerzo contra el covid-19 porque sus respuestas inmunogénicas (protectoras) son menores que las vacunas de RNA mensajero o de vectores virales como el caso de las vacunas Moderna/Pfizer o la vacuna Astra Zeneca respectivamente.
El Salvador y Nicaragua fueron las únicas naciones de la región que compraron o recibieron en donación vacunas fabricadas en la República Popular China que la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) con una eficacia limitada al 51% de protección.
De acuerdo con las estimaciones del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), un centro independiente de investigación de salud global de la Universidad de Washington, hasta noviembre de 2022, CoronaVac (Sinovac) ha sido la vacuna covid con la efectividad más baja para prevenir enfermedad grave por todas las variantes de preocupación, después de completar esquema primario.
El Colegio Médico salvadoreño expuso que: “La vacuna CoronaVac y la vacuna Sinopharm no tienen suficiente evidencia científica que permita recomendar que sean utilizadas como refuerzo en personas que han recibido sus dosis de vacuna regular, ya que según el grupo consultor estratégico de expertos (SAGE) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) , sus respuestas inmunogénicas (protectoras) son menores que las vacunas de RNA mensajero o de vectores virales , como es el caso de las vacunas Moderna / Pfizer o la vacuna Astra Zeneca respectivamente”.
Y aunque el gobierno salvadoreño ha defendido la compra de las vacunas y siguió distribuyéndolas y aplicándalas, voces como la del reconocido infectólogo salvadoreño, Dr. Jorge Panameño, un especialista en enfermedades tropicales, han advertido que “las vacunas (SinoVac y Sinopharm) no han sido recomendados o autorizados por las agencias reconocidas mucho menos por la Organización Mundial de la Salud. Los pacientes quienes no tienen las vacunas de refuerzo deberían esperar a que hayan las vacunas recomendadas”.

Vacuna ineficiente y más cara
El mortal brote de este año en China tuvo varias causas: la baja eficiencia de las vacunas, el fin abrupto de la política de cero covid y luego la pésima atención médica en medio del brote. A eso hay que sumarle la falta de transparencia en las cifras.
Según The British Medical Journal (BMJ), una revista médica publicada semanalmente en el Reino Unido por la Asociación Médica Británica, otro problema de las vacunas chinas es que no solo son ineficaces en comparación a las occidentales, sino que también son mucho más caras.
Un artículo del BMJ cita fuentes que sitúan el precio de venta por dosis de la vacuna de Sinopharm entre 19 y 36 dólares, lo que contrasta con los precios reportados de otras vacunas utilizadas en la Unión Europea y los Estados Unidos.
Específicamente, se informa que la vacuna Oxford-AstraZeneca está por debajo de los $6, mientras que las vacunas de Moderna y Pfizer generalmente están por debajo de los $20 por dosis.

La vacuna Sputnik V de Rusia cuesta menos de 10 dólares por dosis según el acuerdo realizado con la Unión Africana y la vacuna de Johnson & Johnson/Janssen también cuesta menos de $10 por dosis, aunque a diferencia de todas las demás vacunas mencionadas aquí hasta ahora, solo requiere una dosis única en lugar de dos dosis.
Los gobiernos centroamericanos han firmado acuerdos de confidencialidad para evitar revelar el costo de las vacunas.
A pesar de la incertidumbre sobre la eficacia reportada de las vacunas Sinopharm y los posibles descuentos otorgados a los países patrocinadores (Unión Europea, EEUU y Reino Unido) que apoyaron financieramente el desarrollo de vacunas por parte de las compañías farmacéuticas, el precio de la vacuna Sinopharm es más alto de lo esperado, asegura la BMJ.
La única ventaja inmediata en el uso de la vacuna Sinopharm fue su disponibilidad en varios países del tercer mundo, en particular los de la Unión Africana.
Una preocupación mundial
No es el único ente que tiene preocupaciones sobre la baja eficiencia de las vacunas chinas.
En un gran ensayo internacional de fase III realizado en Brasil se observó que la administración de dos dosis de la vacuna china Sinovac, separadas por un intervalo de 14 días, protege con una eficacia del 51% contra la infección sintomática por el SARSS-CoV-2. En cambio las vacunas Astra Zeneca presentaba una eficiencia de 94%, mientras que Pfizer BionTech demostraba un 95% y Moderna un 97%.
En la propia China ha habido preocupaciones sobre sus vacunas como lo mostraba el diario de Hong Kong, South China Morning Post, en enero pasado.
El diario reveló que Shanghai Fosun Pharmaceutical Group, el distribuidor exclusivo en China de la vacuna mRNA Covid-19 de la firma alemana BioNTech, recibió más de 10,000 consultas a través de su servicio de reserva en línea de personas que querían viajar desde China continental a Hong Kong para recibir la vacuna enfocada en Omicron, evidentemente porque las vacunas chinas no protegían lo suficiente.
A mediados de enero, el diario reportó largas colas de ciudadanos de China continental que buscaban recibir la vacuna de ARNm fuera de las clínicas de Hong Kong. La frontera entre la ciudad y China continental se había abierto a inicios de enero y muchos viajeros estaban ansiosos por recibir la vacuna, que no ha estado disponible para los ciudadanos de China continental, donde el gobierno acaba de terminar su política de cero covid que desató una ola de protestas inéditas bajo el régimen comunista, lo que hizo acabar con esa política.
El diario de Hong Kong citaba estudios que mostraban que la vacuna Sinovac utiliza una forma inactivada del virus Covid-19, en lugar de tecnología de ARNm, y los estudios de investigación han demostrado que las dosis de refuerzo de Sinovac son menos efectivas que las dosis de refuerzo de BioNTech para proteger contra las variantes de Covid-19.
China aún no ha autorizado ninguna vacuna de fabricación extranjera, que se ha resultado altamente efectiva. Su población ha recibido vacunas que se desarrollan en China y no se basan en la tecnología de ARNm que se utiliza en la mayoría de las vacunas de fabricación occidental (Pfizer y Moderna).

Del cero covid a la mortandad por covid en China
En enero, el Partido Comunista Chino tuvo que terminar con su política de cero covid, tras una ola de protestas derivadas de la inconformidad con un sistema de vigilancia físico y cibernético que bloqueaba el libre tránsito de personas ante la menor sospecha de un caso positivo.
La política de cero covid de China intentaba mantener los casos lo más cerca posible de cero, a costa de la libertad personal. Para lograr esto, ha implementado pruebas masivas, puesto en cuarentena a los enfermos en las instalaciones del gobierno e impuesto confinamientos estrictos que abarcaban ciudades enteras.
Inicialmente, el descontento público por el enfoque del gobierno fue mínimo, ya que muchos expresaron orgullo por la capacidad del país de mantener los casos casi nulos. Sin embargo, a medida que el virus se fue volviendo más transmisible, los casos aumentaron en toda China y los confinamientos se volvieron más graves. La ira pública aumentó y las protestas llegaron a decenas de ciudades. Los videos donde se veía a los chinos demandado a gritos la renuncia del presidente chino, Xi Jingpin, dieron la vuelta al mundo. Parte del problema es que los bloqueos de ciudades, provocaban una escasez generalizada de alimentos y otras necesidades diarias.
El fracaso de las vacunas y el brote de enero
Más del 90 % de la población china está completamente vacunada con inmunizaciones chinas, según la agencia Reuters. La mayoría de los residentes no tenían inmunidad natural porque el coronavirus no estaba tan extendido en China como en la mayoría de los otros países. Entonces al fin de la política de cero covid vino un gran brote y la mortandad generalizada.
Según The New York Timen, Hasta millón y medio de personas murieron por covid-19 en China en el último brote, de acuerdo a estimaciones científicas.
Después de que China relajara las restricciones de Covid-19 más estrictas del mundo en diciembre, el virus explotó. Los indicios del aumento estaban por todas partes: los hospitales rechazaron a los pacientes. Los crematorios estaban abarrotados de cuerpos.
Pero el número oficial de muertes por Covid en China para toda la pandemia sigue siendo sorprendentemente bajo: 83,150 personas al 9 de febrero. Ese número es un gran recuento, creen los investigadores, en parte porque solo incluye a las personas infectadas que murieron en los hospitales, excluyendo a cualquiera que murió en casa.
Si bien una contabilidad precisa es imposible, los epidemiólogos han estado trabajando para reconstruir el misterio del brote que se aceleró en diciembre. Cuatro equipos académicos separados han convergido en estimaciones ampliamente similares: la ola de Covid en China puede haber matado entre un millón y 1,5 millones de personas.
Todos los investigadores consultados por The New York Times advirtieron que sin datos fiables de China, las estimaciones deben entenderse como conjeturas informadas, con una incertidumbre significativa, aunque las estimaciones se ajustan a la evidencia mucho mejor que las cifras oficiales.

La cuestión de cuántas personas murieron tiene una enorme relevancia política para el gobernante Partido Comunista. Al principio de la pandemia, los duros confinamientos de China mantuvieron en gran medida al coronavirus a raya. Xi Jinping, el principal líder, ha retratado ese éxito anterior como evidencia de la superioridad de China sobre Occidente, una afirmación que sería difícil de mantener con un alto número de muertes.
Las diferencias entre las cifras de China y las estimaciones de los investigadores son dramáticas. Las cifras oficiales le darían a China la tasa de mortalidad per cápita más baja de cualquier país importante durante toda la pandemia. Pero a los niveles estimados de mortalidad, China ya habría superado las tasas oficiales de mortalidad en muchos países asiáticos que nunca se resistieron tanto tiempo o tan agresivamente.
Otro problema es que debido a la falta de transparencia de las autoridades comunistas, también se desconoce el número de personas infectadas, lo que complica aún más la comprensión del alcance de la epidemia.
Otro medio que ilustra los alcances de las muertes en China y la falta de transparencia fue la prestigiosa revista The Economist.
“Hay pocas dudas de que los datos de China son engañosos. Los médicos informan que han sido presionados para dejar el covid fuera de los certificados de defunción.El estado no cuenta en absoluto a las personas que mueren en casa”, dijo la revista.
Según The Economist, los informes de hospitales y crematorios abrumados sugieren un número de muertos mucho mayor.
“China estaba mal preparada para esta ola. Muchas personas mayores no estaban completamente vacunadas y los suministros de medicamentos para el covid eran inadecuados”, dice la revista