Los instrumentos, de piedra y con restos de tinta, datan del periodo Clásico Maya y fueron hallados en una cueva ceremonial vinculada al inframundo.
Arqueólogos descubrieron en una cueva de Belice lo que serían las herramientas de tatuaje más antiguas asociadas a la civilización maya, revelando nuevos aspectos sobre esta práctica ancestral.
El hallazgo se realizó en la cueva Actun Uayazba Kab, conocida como la “Cueva de la Mano”, ubicada en el centro de Belice. Allí se encontraron dos pequeñas herramientas de piedra, denominadas “buriles de lasca”, utilizadas para tatuajes por punción, un método común entre muchas culturas indígenas antes de la invención de las máquinas modernas.
Los instrumentos están hechos de pedernal (chert), una roca de grano fino, y presentan una punta afilada con restos visibles de pigmento negro, probablemente de tinta a base de hollín. El contexto ceremonial en el que se hallaron —junto a restos humanos, jade y obsidiana— sugiere que los tatuajes podrían haber tenido un significado ritual o reservado para figuras de alto rango.
Hasta ahora, se sabía por crónicas de conquistadores españoles que los mayas practicaban el tatuaje como símbolo de valor, belleza o castigo, pero nunca se habían encontrado las herramientas usadas para ello. Aunque el arte maya muestra figuras con intrincados diseños corporales, las condiciones del trópico han impedido la conservación de piel tatuada en restos humanos.
Para comprobar su hipótesis, los investigadores replicaron las herramientas y las usaron para tatuar piel de cerdo fresca, considerada el material más parecido a la piel humana. El análisis microscópico reveló patrones de desgaste y residuos pigmentados similares a los de las piezas originales, confirmando su uso en tejidos blandos como la piel.
El equipo, conformado por académicos de universidades de Estados Unidos y Dinamarca, plantea que los instrumentos fueron rotos intencionalmente como parte de un ritual antes de depositarlos en la cueva, considerada un espacio sagrado vinculado con la vida, la muerte y el inframundo.
“La piel servía como un lienzo social”, escribieron los investigadores en el artículo publicado por la revista Ancient Mesoamerica. Sostienen que, para los antiguos mayas, tatuarse no solo era una cuestión estética, sino una expresión profunda de identidad, jerarquía y creencias religiosas.