Nicaragua se convierte en el país con la circulación vehicular más lenta de Centroamérica

Mientras en los demás países las velocidades máximas en carreteras oscilan entre los 80 y 110 kilómetros por hora, a la dictadura sandinista impuso 50 kilómetros.

Un agente de la policía de Nicaragua en un control de tránsito.

Nicaragua se convirtió esta semana en el país con el límite de velocidad máximo más bajo de Centroamérica, tras la entrada en vigor de una nueva normativa que reduce a 50 kilómetros por hora la velocidad máxima permitida para todos los vehículos, incluidos transporte privado, público, de carga y de pasajeros.

La medida, anunciada por la Dirección General de la Policía de Tránsito y ordenada directamente por el casi octogenaria dictador Daniel Ortega, ha generado un aluvión de críticas por su carácter “arbitrario” y su aparente falta de sustento técnico.

La reforma, que además establece un tope de 40 km/h para motocicletas y prohíbe que estas transporten menores, contrasta de forma tajante con los límites permitidos en el resto de países centroamericanos, donde las velocidades máximas en carreteras y autopistas oscilan entre los 80 y 110 km/h.

Contraste regional con el país más extenso

El cambio resulta particularmente insólito si se considera que Nicaragua es el país con la mayor extensión territorial de Centroamérica —con más de 130 mil kilómetros cuadrados— y el que más se jacta oficialmente de poseer la mejor red vial de la región.

En discursos oficiales, el régimen ha promovido repetidamente la propaganda de “las mejores carreteras” como símbolo de estabilidad y desarrollo; sin embargo, la nueva normativa convierte a ese mismo sistema vial en el más lento y restrictivo del istmo.

En El Salvador, la velocidad máxima permitida alcanza los 110 km/h en autopistas; en Guatemala, es de 100 km/h, igual que en Costa Rica y Panamá.

Incluso Belice, con un sistema vial más limitado, permite circular a 90 km/h en carreteras principales.

En Honduras, las velocidades varían según el tipo de vía: desde 80 km/h en carreteras primarias hasta 20 km/h en zonas residenciales, pero las autopistas permiten circular a 100 km/h, más del doble que lo autorizado ahora en Nicaragua.

La nueva normativa convierte a Nicaragua no solo en el más restrictivo, sino también en el más desconectado en términos de tiempo de viaje, a pesar de ser el país donde las ciudades están más alejadas entre sí.

Recorrer trayectos como Managua–Bilwi (más de 500 km), Managua–Nueva Segovia (226 kilómetros) o Managua–El Rama (291), implicará tiempos de desplazamiento aún más largos y costosos para los usuarios.

Una decisión política y recaudatoria, según críticos

El comunicado oficial, identificado como Nota Informativa 001-2025, justifica la medida como un esfuerzo por reducir los accidentes de tránsito y proteger la vida.

Sin embargo, especialistas en seguridad vial, transportistas y defensores de derechos ciudadanos han señalado que se trata de una decisión con fines eminentemente recaudatorios, sin estudios técnicos de respaldo.

“La medida no responde a un análisis de siniestralidad ni a las condiciones reales de las vías. Se trata de una estrategia de control que encaja en el patrón de imposición del régimen”, declaró a medios independientes un expresidente de cooperativas de transporte terrestre de Nicaragua que pidió el anonimato por temor a represalias.

El nuevo límite contradice incluso la Ley 431 sobre Régimen de Circulación Vehicular, vigente desde 2003, que permitía velocidades de hasta 100 km/h en carreteras. Aunque en la práctica la Policía Nacional venía aplicando un límite de 80 km/h, la actual disposición impone una reducción drástica sin precedentes.

Desplazamientos más lentos y economía ralentizada

La medida podría tener efectos adversos no solo en la movilidad ciudadana sino en la economía. Recorrer los 130 kilómetros que separan Managua de León, por ejemplo, tomará ahora casi 3 horas en vez de menos de 2, si se respeta la nueva normativa.

Empresarios del transporte interurbano y de carga advierten que los tiempos de entrega aumentarán significativamente, lo que se traducirá en mayores costos logísticos y, posiblemente, en alzas de precios para los consumidores finales.

“La decisión afecta a toda la cadena productiva, desde el agricultor que lleva su carga al mercado hasta el comerciante que espera insumos del exterior”, expresó el presidente de una cooperativa de transporte del norte del país.

Centroamérica: entre velocidad y control

Mientras el resto de Centroamérica ajusta sus límites de velocidad con base en la modernización de sus vías y las necesidades del tránsito, Nicaragua parece adoptar un rumbo inverso.

En países como Costa Rica, los límites se establecen por tipo de vía: 100 km/h en autopistas, 90 km/h en carreteras secundarias y entre 25 y 30 km/h en zonas escolares y residenciales. En Panamá, las autopistas permiten circular a 100 km/h y las carreteras fuera de la ciudad a 80 km/h.

La nueva norma en Nicaragua se enmarca, además, en un contexto político de alta represión y control social, donde la normativa vial se suma a otras disposiciones restrictivas impuestas por el régimen Ortega-Murillo en distintos ámbitos de la vida pública.

El tráfico, ahora más lento que nunca, se convierte en un nuevo escenario del autoritarismo cotidiano y en un nuevo factor de recaudación del régimen: un kilómetro de más será multado aproximadamente con $80, suspensión de licencia y pago de un curso “educativo” por más de $120.

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