El Salvador: Derrumbes en la Panamericana paralizan el occidente del país y desatan caos vial en la capital

El caos que vive el poniente de la capital salvadoreña, atorada con un tráfico insufrible que tiene al borde del colapso a millares, es impresionante. El cierre de Los Chorros, un tramo vital de carretera entre San Salvador y el occidente del país, ha puesto de rodillas a muchos y al gobierno a temblar porque el problema no es sencillo de solventar

A las 5:00 de la mañana (6:00 de Panamá), el reloj no suena: es el claxon de un bus atrapado en un mar de carros. Afuera, el cielo amenaza con lluvia y el rumor de otro derrumbe flota en el aire, como si el suelo mismo advirtiera: “no es seguro”. Desde la madrugada de este martes, el tramo de Los Chorros, parte de la carretera Panamericana en El Salvador, vital conexión entre el occidente del país y San Salvador, permanece cerrado. Otra vez.

Las redes sociales se han convertido en una válvula de escape para miles de salvadoreños atrapados en un bucle de tráfico, lluvia y preocupación. “¡Urge el home office!”, claman algunos. “Que vuelvan las clases virtuales”, escriben otros, mientras comparten imágenes de interminables filas de vehículos sobre la prolongación del bulevar Constitución, que se ha convertido en una de las pocas rutas alternas tras el bloqueo de la Panamericana.

La decisión de cerrar la carretera no fue arbitraria. Según el Ministerio de Obras Públicas, los últimos derrumbes en la zona fueron provocados por las lluvias recientes, que saturaron los taludes y provocaron deslizamientos de tierra que amenazan con desprenderse en cualquier momento. En el lugar, maquinaria pesada trabaja sin pausa removiendo escombros, mientras agentes de tránsito intentan mantener un orden que se diluye con cada bocinazo y cada minuto de espera.

En las oficinas del Ministerio de Medio Ambiente, el pronóstico no es alentador. Se esperan más lluvias por la tarde y noche. Una tormenta sobre una herida abierta.

A medida que pasan las horas, el impacto del cierre se expande como una mancha de aceite: desde la zona urbana de Quezaltepeque hasta los accesos del Gran San Salvador, la congestión se vuelve insufrible. Lo que antes era un recorrido de una hora, hoy puede tomar 2  o incluso 3 y con mucha mala suerte hasta 4.

Quienes viajan desde Guatemala, reportan un caos similar. El flujo de mercancías también se ha visto afectado, y con ello, el pulso económico de la región.

Pero más allá del tráfico, el mayor temor no es llegar tarde: es no llegar. Las lluvias han debilitado la montaña, y los usuarios en redes sociales no lo olvidan. 

“Lo que más me preocupa es que ocurra un accidente con tanta gente atrapada ahí”, comenta un conductor en Twitter. Otros comparten videos del lodo, las grietas en los taludes y la autopista bloqueada.

El Gobierno del presidente Nayib Bukele ha insistido en que la prioridad es proteger la vida de la población. Por ello, el cierre es preventivo, y aunque muchos lo comprenden, no deja de ser un recordatorio de la fragilidad de las infraestructuras ante el clima y el paso del tiempo.

El tramo de los derrumbes (el sábado fue el primero), ocurren en la zona donde se construye un periférico con el que buscan precisamente solventar los eternos problemas de movilidad en la zona.

Mientras tanto, decenas de millares siguen atrapados en el tráfico, con la esperanza de que su colegio le permita dar clases por Zoom, al menos por esta semana. 

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