El drama de niños estadounidenses obligados a seguir a sus madres guatemaltecas deportadas

Los menores viajan a aldeas rurales guatemaltecas, que no conocen, tras ser separados por redadas de ICE en Florida.

Tres niños nacidos en EEUU, de origen guatemalteco, obligados a ir a Guatemala tras la deportación de sus madres. Foto Palm Beach Post

El drama de tres menores de edad, nacidos en Estados Unidos, obligados a emprender un viaje desde Miami hacia Guatemala para reencontrarse con sus madres, quienes fueron deportadas por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) tras operativos realizados en el sur de Florida, fue reportado por medios estadounidenses como Palm Beach Post.

Beatriz, de 12 años, junto con los hermanos Lissette, de 10, y Antonio, de 6, partieron el 9 de octubre desde el Aeropuerto Internacional de Miami, dejando atrás la única vida que conocían en Estados Unidos.

Las madres de los niños fueron detenidas en distintas fechas entre agosto y septiembre, durante redadas migratorias en West Palm Beach y Lake Worth Beach. El padre de Lissette y Antonio, Mauricio, despidió a sus hijos con un abrazo y lágrimas: “Te amo”, les susurró antes de que desaparecieran detrás de las puertas de seguridad. Al verlos partir, se desplomó en llanto mientras era consolado por el reverendo Frank O’Loughlin, fundador del Centro Guatemalteco-Maya en Lake Worth Beach.

El viaje fue organizado por ese mismo centro comunitario, que completó la documentación necesaria y costeó los vuelos para reunir a los menores con sus progenitoras. Acompañados por el abogado Óscar De La Guardia y Sahari Orozco, los niños fueron trasladados hacia Guatemala, donde se enfrentarán a una realidad completamente distinta en zonas rurales carentes de servicios básicos como internet, electricidad constante o transporte accesible.

La directora del Centro Guatemalteco-Maya, Mariana Blanco, explicó que estos tres menores forman parte de un grupo creciente de niños ciudadanos estadounidenses que se quedan sin padres tras las deportaciones.

“Lo que el gobierno está haciendo es reprobable”, afirmó Blanco. “Están dejando a los niños vulnerables, forzándolos a abandonar su país para sobrevivir”.

La semana anterior, el mismo centro ayudó a repatriar a otros siete menores, seis de ellos también nacidos en EE.UU., luego de que sus padres fueran deportados.

Beatriz vivió una situación especialmente difícil. Tras la detención de su madre en agosto, pasó semanas durmiendo en casas de vecinos y familiares, y caminando hasta una hora para asistir a clases.

“La única persona en la que confiaba fue arrancada de su vida. Aunque Guatemala le es desconocida, su hogar está donde está su mamá”, explicó Blanco. “Le arrebataron su infancia”, añadió.

Los tres menores son descendientes de comunidades indígenas mayas. Ahora vivirán en aldeas ubicadas a entre 8 y 10 horas de la capital guatemalteca, enfrentando una vida rural muy diferente a la que llevaban en Florida. Para ellos, el reencuentro con sus madres representa esperanza, aunque también el inicio de una etapa llena de incertidumbre.

 

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