Costa Rica se ha vuelto el epicentro silencioso de la represión transnacional contra exiliados nicaragüenses

Células parapoliciales y redes de hostigamiento digital de la dictadura operan en suelo costarricense.

Varias organizaciones han denunciado los malos tratos recibidos en Costa Rica.

El país que más refugio ha dado a los nicaragüenses también se ha convertido en el principal escenario de hostigamiento, vigilancia y amenazas contra quienes huyen del régimen de Ortega. Según el informe del Colectivo Nicaragua Nunca Más, Costa Rica concentra la mayoría de los casos de persecución transfronteriza documentados entre 2019 y 2025.

El país alberga a decenas de miles de exiliados, pero también es el territorio donde se reproducen con mayor fuerza las prácticas de espionaje, infiltración y acoso del régimen nicaragüense.

Los testimonios recabados revelan la existencia de células parapoliciales y redes de hostigamiento digital que operan en suelo costarricense, muchas veces bajo órdenes indirectas de Managua.

Miles de nicaraguenses se vieron obligados a migrar debido a la situación politica en su país.

 

El informe describe a Costa Rica como una “extensión geográfica de la represión política”, donde el miedo se mantiene vivo a través de amenazas, vigilancia y desinformación.

Entre los casos documentados hay denuncias de seguimientos físicos, intimidación en actividades públicas y ataques cibernéticos coordinados para difundir mensajes de odio o deslegitimar a activistas y periodistas.

El ciberacoso se ha vuelto una constante para activistads y peridistas nicaraguenses.

El Colectivo advierte que la ausencia de mecanismos de investigación efectivos en el país receptor agrava la situación. La mayoría de denuncias son archivadas o tratadas como conflictos personales.

Este vacío institucional ha permitido que los perpetradores operen con libertad, generando un ambiente de impunidad y desprotección que afecta a cientos de exiliados.

“La represión no termina con el exilio”, señala el informe. “Costa Rica, sin proponérselo, se ha convertido en el epicentro de una guerra psicológica y simbólica contra quienes escaparon del régimen”.

Costa Rica se concidera epicentro de una guerra psicológica para los migrantes.

El fenómeno también ha tenido un impacto profundo en la comunidad exiliada: miedo a participar en espacios públicos, autocensura y deterioro emocional colectivo.

El colectivo pide al gobierno costarricense crear unidades policiales especializadas en delitos contra refugiados y fortalecer la cooperación internacional para prevenir ataques con motivación política.

“Cuando el exilio deja de ser refugio, la democracia regional está en riesgo”, concluye el documento.

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