Guatemala y México pusieron en marcha operativos militares simultáneos tras los ataques del Cártel de Sinaloa del 8 de diciembre, una ofensiva que dejó muertos, heridos y poblaciones enteras bajo fuego. La coordinación bilateral busca contener a grupos criminales que operan a ambos lados de la frontera.
Los hechos violentos se registraron en seis municipios de Huehuetenango y San Marcos, donde sicarios del Cártel de Sinaloa incendiaron vehículos, atacaron viviendas y colocaron mantas con amenazas contra el Cártel Chiapas-Guatemala. El Inacif confirmó ocho fallecidos por arma de fuego y un herido.
Solo dos víctimas fueron identificadas: Ramiro Méndez Ambrocio, de 52 años, y Luis Amed Guillén Albores, de 46. El resto permanece sin identificar en las morgues locales. Las autoridades hallaron artefactos explosivos, casquillos y propiedades destruidas, evidencia de la intensidad del ataque.
Las narcomantas mencionaban a presuntos líderes del Cártel Chiapas-Guatemala, como “El Ruso”, “El Toño” y “El Teniente Jr.”. El ministro de Gobernación rechazó señalamientos de supuesta protección estatal y recordó que algunos de los mencionados tienen procesos de extradición o captura vigentes.
En respuesta, México desplegó tropas en Chiapas, activó la Región Aérea Militar del Sureste y realizó sobrevuelos de reconocimiento desde Tuxtla Gutiérrez. Guatemala lanzó el operativo “Cinturón de Fuego”, con patrullajes terrestres y aéreos en puntos estratégicos de la frontera.
Ambos países acordaron mantener operativos simultáneos el tiempo necesario, con intercambio de información en tiempo real y reuniones entre comandantes para coordinar acciones. Las autoridades insisten en que los grupos criminales se desplazan libremente entre ambos territorios.
La frontera de más de 900 kilómetros vuelve a quedar bajo atención internacional por su importancia como corredor del tráfico de drogas, armas y personas. Tanto Guatemala como México señalan que la cooperación militar y judicial será clave para contener a estas estructuras transnacionales.
