Vicedictadora rompe récord de insultos en furioso discurso de odio en Nicaragua

Rosario Murillo volvió a desbocarse en insultos y ataques y culpó a Estados Unidos y a la Iglesia Católica de las protestas que iniciaron el 18 de abril de 2018 y que fueron reprimidas por la dictadura.

Rosario Murillo, codictadora de Nicaragua y portavoz del régimen.

La vicedictadora de Nicaragua Rosario Murillo no se guardó una pizca de odio: todo lo ofensivo y peyorativo que pudo encontrar a su paso lo plasmó en un violento y perturbador discurso de odio y deshumanización contra la sociedad nicaragüense adversa a la dictadura acusada de crímenes de lesa humanidad.

En el sexto aniversario de las protestas de abril, que estallaron en 2018 en Nicaragua, Murillo cargó toda su verborrea contra sacerdotes, empresarios, estudiantes, periodistas y medios de comunicación que han denunciado desde hace seis años las atrocidades cometidas por ella y su pareja, el dictador Daniel Ortega.

La dictadura familiar Ortega-Murillo ha sido señalada por Naciones Unidas y la Organización de Estados Americanos de cometer crímenes de lesa humanidad contra la población nicaragüense, que incluyen 355 asesinatos y más de 4,000 personas heridas; además han secuestrado, desaparecido y torturado a miles; cometido violaciones sexuales, ejecuciones sumarias, desplazamiento forzado, persecución religiosa y robo de propiedades privadas a personas y empresas consideradas “traidoras a la patria”.

Producto de esos abusos sistemáticos, la mayoría de los miembros de la familia Ortega-Murillo, además de militares, policías, ministros, diputados, testaferros y otros aliados, han sido sancionados por Estados Unidos y países europeos, por los crímenes, torturas, abusos, robos y perversidades contra la población civil.

El discurso de Murillo ha sido considerado “tóxico” en redes sociales, a niveles de deshumanización “solo comparados a las diatribas de Adolfo Hitler contra los judíos”.

Su lenguaje, ya característico, denota una retórica cargada de hostilidad y agresividad, caracterizada por descalificaciones personales, deshumanización del adversario y promoción del odio hacia quienes se consideran enemigos políticos.

Una revisión del discurso, arroja que Murillo uso y repitió 5 adjetivos de insultos, 14 calificativos negativos y 26 frases de odio, deshumanización y degradación de la dignidad humana.

Murillo achaca los crímenes de su régimen a la oposición y celebra con cinismo y textualmente “haber apagado a sangre y fuego” las llamas de las protestas cívicas

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