Rosario Murillo convierte las purgas en ajustes de cuentas por viejos abusos sexuales de Ortega

El arresto de Néstor Moncada Lau y la caída en desgracia de Arlen Mairena revelan un turbio giro que sobre infidelidades y abusos sexuales de Daniel Ortega.

rosario murillo

Codictadora de Nicaragua, Rosario María Murillo Zambrana.

Las purgas internas que sacuden al sandinismo no solo obedecen al afán de Rosario Murillo por consolidar el poder absoluto, sino también a una red de venganzas personales vinculadas a las infidelidades y abusos sexuales cometidos durante décadas por su esposo y codictador, Daniel Ortega, señalado como depredador sexual incluso por su propia hija, Zoilamérica Narváez.

El arresto del asesor de seguridad nacional Néstor Moncada Lau, considerado uno de los hombres más leales a Ortega, se enmarca en ese proceso.

Según el medio digital Darío Medios, su interrogatorio se centró en lo que sabía sobre Arlen Aracelly Mairena Maradiaga, una mujer de León que habría mantenido una relación cercana con Ortega desde que era adolescente y que prosperó económicamente gracias a la protección de Moncada y Lenin Cerna.

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Ortega el depredador

Testimonios recogidos por medios independientes muestran que Ortega utilizó a sus operadores más fieles para encubrir abusos sexuales y garantizar el silencio de las víctimas.

En 2015, la familia Flores denunció que Elvia Junieth Flores, cuando era menor de edad, fue abusada repetidamente por Ortega, quedando embarazada. El niño resultante fue inscrito en el registro civil por Moncada Lau, en un intento de ocultar el abuso del caudillo sandinista.

El hermano de la joven, Santos Flores, fue encarcelado, aislado y sometido a tortura hasta su muerte en 2021 en circunstancias extrañas. Su cadáver fue entregado sin lengua, según denunció la familia, que tuvo que exiliarse en Estados Unidos.

Rosario Murillo y Daniel Ortega, dictadores de Nicaragua, acusados de crímenes de lesa humanidad, violación de derechos humanos y confiscaciones.

El ascenso y caída de Arlen Mairena

La cercanía con Ortega le permitió a Arlen Mairena recibir propiedades confiscadas, como la pedrera “La Pedrera” en Quezalgüaque, León, y una empresa rebautizada como Agremicsa, con unos 40 trabajadores.

En redes sociales presumía viajes y lujos, mientras sus dos hijos aparecían registrados con los apellidos de Moncada Lau, reflejo de la maniobra de encubrimiento.

Pero en 2025, con Ortega debilitado físicamente y Murillo tomando control total del régimen, la balanza cambió. La mujer fue puesta bajo arresto domiciliario, su empresa confiscada y su familia despojada.

Uno de sus hermanos fue encarcelado y sometido a desaparición forzada, mientras otro perdió su taller mecánico, tomado por asalto por la policía.

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Rosario Murillo ajusta cuentas

La caída de Moncada y de la familia Mairena revela que Rosario Murillo no solo persigue a cuadros sandinistas por razones de poder, sino que utiliza las purgas para ajustar cuentas contra los vínculos extramatrimoniales y abusivos de Ortega, un patrón de dominación que incluye casos emblemáticos como el de Zoilamérica Narváez, quien lo denunció públicamente por abuso sexual en 1998.

Hoy, Ortega, enfermo y aislado en su búnker de El Carmen, se enfrenta al ocaso, mientras Murillo afianza su mando con un estilo que mezcla represión política y venganza íntima. El resultado es un régimen corroído por la desconfianza interna y sostenido por el miedo.

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