La dictadura de Nicaragua quería celebrar el 19 de julio (Día de la Revolución), con la expulsión de monseñor Rolando Álvareze. Su destierro sería el trofeo final para demostrar fortaleza en tiempos de gran debilidad. Fracasaron.
Monseñor Rolando Álvarez fue excarcelado por 24 horas. Una negociación fallida a tres bandas entre dictadura, Vaticano y Conferencia Episcopal procuraba su liberación, pero el régimen solo quería su destierro.