El socialismo del Siglo XXI en alitas de cucaracha

Por Ariel Montoya, escritor y periodista nicaragüense.

Nicolás Maduro y Daniel Ortega, dictadores de Venezuela y Nicaragua.

La peligrosa y fracasada aventura comunista en America está llegando a su final, a pesar de los sombríos escenarios que eventualmente parecen retrasar dicho derrumbe, este no tiene salvación, y ya en el juego de tronos de las potencias mundiales las cartas están sobre la mesa. Es cosa de semanas, acaso meses. No años.
Es también una lectura para cada pueblo sometido y para cada una de sus oposiciones funcionales, ficticias o reales, de enfrentar por sí mismas sus propias luchas libertarias y no esperar que, desde afuera, otros vengan a solventar nuestros problemas y destinos, como tradicionalmente ha ocurrido.
El ajedrez geopolítico también tiene sus propias reclasificaciones y tramas. En la Guerra Fría la pequeña isla de Cuba fue beligerante en la confrontación Este Oeste, tanto por las bravuconadas de Fidel Castro como por la permisibilidad de Occidente (léase sobre todo a Estados Unidos y su prensa sensacionalista como “El New York Times” entusiasmado por las falsedades mediáticas e ilusionistas de la  guerrilla cubana).
Ahora, y aunque Cuba sigue siendo la mejor prueba de que ese fenómeno bélico gaseoso no terminó del todo, está también Venezuela generando alfiles que van de un rumbo a otro en el tablero mientras el juego se termina. Ya no es Cuba y sus amenazas guerreras subvertidas por la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Sovieticas (URSS), amenazando enviar misiles a Estados Unidos y poniendo en aprietos al mundo entero, ahora es Venezuela en el tendido político y su petróleo decidiendo movidas estratégicas. Y es bajo esa nación, a pesar de los pelotones de estrategas y espías del G 2 cubano que sigue imponiendo la agenda del Socialismo del Siglo XXI, que se decidirá el destino de los otros países que integran ese eje frustrado, pestilente y desesperado.
 A no ser, como eventualmente suele suceder, torpedeado este escenario por un sutil e inesperado imprevisto. Es una realidad que el fenómeno socio económico y político es el mismo de Cuba, Venezuela, Nicaragua, Honduras y Bolivia, todos cobijados bajo la bandera socialista que Papa Fidel les impuso, sin embargo cada país mantiene sus propias sinergias y vericuetos a lo interno de sus regímenes; sus propias fobias y sus propios temores ante una justicia que saben que en algún momento, ellos o sus testaferros o herederos habrán de enfrentar. A eso le temen.
 Y aunque para el eje de potencias como Rusia y China por ejemplo, Venezuela y Cuba representan lo más importante en este séquito de naciones desvalijadas, mantienen cierto interés Nicaragua y Honduras, por lo serviles que han sido sus homólogos al defender sobre todo ahora a Nicolás Maduro, quien guarda silencio prudencial (o sepulcral), ante la bicoca de cincuenta millones de dólares que por su cabeza ofrece Estados Unidos. El caso de la andina Bolivia remonta otras lecturas por ahora, como también las otras naciones atravesadas por el marxismo cultural como Brasil, Colombia, Chile o Guatemala.
La Batalla Cultural está en pie de lucha contra ellos. La momia que aún respira de Raúl Castro y Diaz Canel, su cancerbero principal, Nicolás Maduro, Daniel Ortega y el “familión” narco gobiernista de Honduras saben que Estados Unidos con Donald Trump no está necesariamente jugando, aún así se creen desafiantes desde sus micrófonos pero en secreto, en las aguas profundas de la recia diplomacia saben que lo que les puede salvar la campana es un arreglo bajo la manga. También albergan alguna clemencia europea, pero que tampoco será eterna.
 Para la inmensa diáspora surgida por la brutalidad represiva de estas naciones, bastará esperar la caída del telón de dichos regímenes Castro Chavistas. Aquí también cada país enfrenta sus propias y domésticas eventualidades. Se habla de Juntas de Gobierno, otros de Golpes o Auto Golpes de Estado, otros mediante elecciones como en Honduras, donde las perderán y otros casos luego de la sucesión interna como en Nicaragua.
Cuba tendrá su ritual de silencios y al final explotará el derrumbe final mientras que en Venezuela, la espada sigue cayendo sobre el escamoso pellejo de Nicolás Maduro, máxime ahora que el Secretario de Estado Marco Rubio, dijera que a este hay que enfrentarlo con algo más que recompensas. Más claro que nunca no puede estar el desmoronamiento de ese sistema, lo que también va para el resto de clavijas rotas del Socialismo del Siglo XXI. Definitivamente, los días que les quedan cuelgan en alitas de cucaracha.
Exit mobile version