Las elecciones son clave en la vida democrática. La primera y singular. Permite a los ciudadanos escoger a los gobernantes. Y determinar a cuál de los partidos le entregara la conducción del país, durante un tiempo determinado. Las elecciones desde 1980, se han vuelto constantes; e ininterrumpidas.
Pero también son un negocio. Para burócratas y expertos, una oportunidad. Muchos son “eternos”. Y con carácter partidario, aunque las tareas no lo son de forma que cada partido tiene en los órganos electorales a activistas, parientes, amigos; e incluso “queridas”. O “queridos”. También para expertos y para los que, desde la tecnología han creado “necesidades” y aplicaciones destinadas a que los subdesarrollados presuman de las innovaciones. Son también negocio para impresores, y vendedores de cartones. Cuerdas y tintas. Sin olvidar a los transportistas y “custodios” – los militares – que en las elecciones se vuelven “importantes”, mientras desperdiciamos el uso de vehículos públicos, que no se aprovechan como en el pasado, sino que se contrata a empresarios que hacen pingües negocios con las elecciones.
Además, son una oportunidad para que los partidos cobren por “acarrear” a los votantes a las urnas, sumas legitimas cuando el voto no era domiciliario, pero actualmente sin justificación, por lo que han inventado que las usan para preparar a sus “representantes” para las mesas electorales. Si comparamos los costos de las elecciones de 1982 con las de ahora, descubriremos que han aumentado desmesuradamente, incrementado la burocracia y popularizando a los asesores y a los vendedores de programas computacionales, mas allá de lo razonable. Sin relación con nuestra pobreza general.
Y por supuesto, la integración de la representación partidarista en los órganos electorales, se ha convertido en un bazar oriental en que los políticos pactan hasta lo indecente. Es público que la integración del actual CNE, es fruto de una negociación en que Asfura cedió los suplentes a Mel, a cambio que se dictara sentencia favorable en juicios de interés de aquel. Cuando le señale los peligros, me dijo que actuaba de buena fe; y que, de consiguiente, obligaba a que los demás hicieran lo mismo. Insistí que confiar en Mel y en Carlos Flores, era un peligro. Me pidió paciencia.
Ahora, cuando Ana Paola Hall ha puesto a disposición su cargo porque no aguanta las presiones, recordamos que en un momento dijo que era “independiente”; y que no representaba ni estaba dispuesta a proteger intereses del Partido Liberal. Además, es público que, desde principios del año pasado, Carlos Flores empezó una campaña para convencernos que ella y Rixi habían dirigido “las elecciones más limpias” de la historia. Nos pareció extraño y falso, concluyendo que era una campaña interesada. Que además mostraba que Flores estaba dispuesto a pactar, a cambio que en las elecciones sus intereses empresariales fueran protegidos.
Mel, quiere ganar como sea las elecciones. Con ellas se juega su libertad, la de su hermano y la de su hijo mayor. La rebeldía de Ochoa y sus suplentes, y ahora la aparente renuncia de APH, son parte de su estrategia para asegurar los resultados electorales, imponiéndonos su voluntad; y protegiendo los intereses de la familia Zelaya.
Contreras, no entiende de esto la misa. Cree que basta la mayoría simple en el Congreso para resolver el problema. Ignora que se requieren 86 votos; y que, es inevitable pactar con Mel, que siempre exigirá a un “liberal” servil a sus posturas reeleccionistas. Y a Flores, que reclamara que se le pague lo debido, sin comprometer la adhesión de los medios de comunicación que controla, porque ello es corrupción. El CNE no paga las deudas porque la Fiscalía, ha secuestrado los originales; y APH propone que se honren con las copias de los documentos, mientras Cossette López, dice que ello es irregular.
Y como para APH, el proceso electoral es menos importante que su lealtad con Flores, crea una crisis. Y le abre las puertas a Mel para que se salga con la suya. Colocar a Ochoa en la Presidencia del CNE y suplantar la participación del PL elevando a propietario uno de sus suplentes incondicional suyo. Para ganar anticipadamente las elecciones del 30 de noviembre.
APH, considera que pagarle a Flores, es más importante que garantizar las elecciones y defender la democracia. Otra persona comprometida con Honduras no se preocuparía por Flores. Ella es diferente. La democracia es menos importante que complacer a su amigo. Por ello, crea la crisis. ¡Que cosas!