Venezuela vuelve al centro del tablero internacional después de revelarse que Nicolás Maduro habría buscado un acuerdo para abandonar el poder a cambio de conservar parte de su fortuna, recibir amnistía para decenas de altos funcionarios y exiliarse en un país aliado. La negociación, según fuentes consultadas por The Telegraph, terminó rompiéndose y elevando la tensión regional.
El diálogo ocurrió en una llamada de 15 minutos el pasado 21 de noviembre. Según las fuentes, Maduro pidió salir de Venezuela con $200 millones de dólares y garantías de protección para hasta 100 altos funcionarios. Ese fue el principal punto de quiebre para Washington, que se negó a ofrecer una amnistía amplia.
Durante la conversación, ambos líderes también chocaron sobre el lugar de exilio. Trump habría sugerido Rusia o China, mientras que Maduro insistió en permanecer en el hemisferio occidental, con Cuba como primera opción. Qatar surgió luego como posible punto medio.
La llamada ocurrió mientras Estados Unidos aumentaba la presión militar frente a Venezuela. Trump afirmó estar “cerca” de autorizar ataques contra objetivos vinculados al gobierno venezolano, asegurando: “Sabemos dónde están los malos, y vamos a actuar muy pronto”.
Para Washington, el presidente legítimo de Venezuela es Edmundo González, tras las elecciones consideradas fraudulentas en 2024. Estados Unidos incluso duplicó en agosto la recompensa por información que lleve a la captura de Maduro, ahora de US$50 millones.
Maduro, según The New York Times, estaría rotando cada noche de residencia y reforzando su seguridad con escoltas cubanos, sintiéndose “en tiempo prestado” ante el creciente aislamiento político en la región.
Las exigencias del mandatario, especialmente la amnistía para figuras clave vinculadas al llamado Cartel de los Soles, señalado por Estados Unidos como organización terrorista, hicieron imposible un acuerdo. Para Washington, permitir su permanencia intacta sería incompatible con su estrategia antidrogas.
Pese a ello, voces de la oposición venezolana reconocen que ambas partes buscan una salida negociada. Pero también advierten que un eventual exilio de Maduro podría verse como “una victoria incompleta” para Trump si deja estructuras de poder sin desmontar.
En paralelo, el tiempo presiona a la Casa Blanca: mantener el despliegue militar en el Caribe cuesta millones de dólares diarios y sectores del electorado republicano ya muestran incomodidad con la posibilidad de una nueva intervención exterior.
El fracaso del acercamiento ocurre mientras Maduro pierde aliados regionales tras las recientes derrotas electorales de gobiernos afines en Honduras y San Vicente y las Granadinas, debilitando aún más su margen político.
