Estados Unidos lanzó una advertencia directa sobre la creciente presencia de potencias extranjeras en América Latina. En su documento Estrategia de Seguridad Nacional 2025, el Gobierno estadounidense señala a China, Rusia e Irán como actores que buscan expandir su influencia geopolítica en la región, desafiando los intereses estratégicos, económicos y de seguridad de Washington.
“La condición para nuestra seguridad y prosperidad es ser preeminentes en el hemisferio occidental”, señala el documento. Para lograrlo, la Casa Blanca propone condicionar la ayuda económica y los acuerdos con los países latinoamericanos a la reducción de la influencia extranjera adversaria, especialmente en sectores clave como puertos, telecomunicaciones, infraestructura estratégica y control de activos.
La estrategia advierte que muchas naciones del continente no necesariamente están alineadas ideológicamente con estas potencias, pero sí atraídas por las condiciones flexibles que ofrecen sus financiamientos y convenios, lo que puede derivar en espionaje, trampas de deuda o amenazas a la ciberseguridad. En este contexto, Washington propone redoblar su presión diplomática y económica para frenar esa expansión.
China, un riesgo para los países de la región
En cuanto a China, el documento señala que su modelo de préstamos, infraestructura física y digital y proyectos como la Franja y la Ruta representan un riesgo para la soberanía de los países receptores.
En sectores como energía, tecnología 5G y redes críticas, EE.UU. advierte sobre una creciente dependencia tecnológica hacia Pekín, especialmente en economías latinoamericanas que enfrentan debilidades institucionales.
En clara referencia a China, el documento señala que “Estados Unidos ha logrado reducir la influencia externa en el hemisferio occidental al demostrar, con precisión, cuántos costos ocultos —en espionaje, ciberseguridad, trampas de deuda y otros— están implícitos en la supuesta asistencia exterior de bajo costo”.
El documento apuesta a que “deberíamos acelerar estos esfuerzos, incluso utilizando la influencia estadounidense en finanzas y tecnología para inducir a los países a rechazar dicha asistencia”.
Rusia divide a sociedades democráticas
Respecto a Rusia, la estrategia de seguridad apunta a campañas de desinformación, apoyo a regímenes autoritarios y operaciones políticas para dividir sociedades democráticas, replicando modelos de interferencia ya vistos en Europa del Este y África. La región latinoamericana, según Washington, también es blanco de estos métodos.
El caso de Irán también es mencionado, aunque con menor protagonismo. El documento identifica intentos del régimen iraní por estrechar vínculos con gobiernos antiestadounidenses y establecer redes de influencia a través de actores no estatales, algunos vinculados con actividades ilícitas o extremismo.
La respuesta estadounidense
La respuesta propuesta por Estados Unidos se centra en revitalizar su liderazgo a través de alianzas democráticas, desarrollo inclusivo y fortalecimiento institucional. El objetivo es ofrecer una alternativa real frente a las ofertas extranjeras, garantizando apoyo en seguridad, combate a la corrupción y cadenas de suministro sostenibles mediante el nearshoring.
“El mundo liderado por EE.UU. ofrece economías libres y países soberanos”, subraya el documento. En contraposición, describe un modelo alternativo donde las decisiones son influenciadas por potencias de otras regiones. Por ello, el plan incluye reformar procesos de aprobación de ayudas y licencias para hacer de EE.UU. un socio más competitivo frente a las ofertas de potencias como China.
La estrategia también plantea un papel más activo para el sector privado estadounidense, instando a embajadas y funcionarios en la región a identificar oportunidades de inversión y apoyar a empresas nacionales en la competencia por contratos clave. “Proteger nuestro hemisferio requiere colaboración entre el Gobierno y las compañías estadounidenses”, destaca el texto.
“Un hemisferio razonablemente estable”
Estados Unidos señala en el documento que “queremos asegurar que el Hemisferio Occidental se mantenga razonablemente estable y lo suficientemente bien gobernado como para prevenir y desalentar la migración masiva a Estados Unidos”.
“Queremos un Hemisferio cuyos gobiernos cooperen con nosotros contra narcoterroristas, cárteles y otras organizaciones criminales transnacionales; queremos un hemisferio libre de incursiones extranjeras hostiles o de la propiedad de activos clave, y que apoye cadenas de suministro cruciales; y queremos asegurar nuestro acceso continuo a ubicaciones estratégicas clave”, señala.
La estrategia insiste que “afirmaremos y haremos cumplir un “Corolario Trump” de la Doctrina Monroe”.
Aunque el lenguaje del documento evita la confrontación directa, deja claro que América Latina es hoy un campo de disputa estratégica. Estados Unidos no busca imponer modelos, pero sí reafirmar su influencia en un contexto donde la soberanía, la democracia y el orden internacional liberal están bajo presión.
