Centroamérica mantendrá un ritmo de crecimiento superior al promedio de América Latina y el Caribe en los próximos dos años, con Costa Rica y Guatemala como los principales motores de la expansión regional, de acuerdo con las proyecciones publicadas este martes por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
El organismo prevé que la región crecerá 2.5 % en 2025 y acelerará a 3 % en 2026, en un contexto global marcado por la desaceleración del consumo y la persistencia de vulnerabilidades externas.
Costa Rica encabezará el dinamismo económico del istmo, con una expansión estimada de 4 % en 2025 y 3.9 % en 2026, apoyada en el desempeño del sector servicios, el consumo privado y la llegada de inversión.
Guatemala le seguirá de cerca, con crecimientos proyectados de 3.9 % y 3.8 %, respectivamente, consolidándose como una de las economías más resilientes de la subregión. Panamá también mantendría un ritmo sólido, con tasas de 3.8 % en 2025 y 3.7 % en 2026, mientras que Honduras avanzaría entre 3.8 % y 3.9 % en el mismo período.
Nicaragua y El Salvador quedarían rezagados frente a sus vecinos, con crecimientos proyectados de 3.5 % y 3.4 % entre 2025 y 2026. Aun así, estas tasas se mantienen por encima del promedio previsto para América Latina y el Caribe, que la CEPAL sitúa en 2.4 % para 2025 y 2.3 % para 2026, reflejando un escenario regional de bajo crecimiento prolongado.
Una región golpeada
El organismo de Naciones Unidas subraya que Centroamérica ha sido una de las subregiones más afectadas por el debilitamiento de la demanda externa, especialmente la proveniente de Estados Unidos, su principal socio comercial, fuente de remesas y destino migratorio.
No obstante, economías como las de Costa Rica, Guatemala y Panamá han mostrado una mayor capacidad de resistencia en 2025, con tasas de crecimiento cercanas o superiores al 3.5 %, impulsadas por la dinámica de los servicios, el consumo interno y los envíos de remesas.
Pese a la mejora prevista para 2026, la CEPAL advierte que Centroamérica sigue siendo altamente vulnerable a choques externos, debido a su dependencia estructural de la economía estadounidense, las restricciones en el acceso a financiamiento, la posible desaceleración de las remesas y su elevada exposición a los efectos del cambio climático.
A nivel regional, América Latina acumula cuatro años de bajo crecimiento, con un promedio de 2.3 %, y se anticipa que el consumo privado —principal motor de la actividad en los últimos años— pierda fuerza ante un menor dinamismo del empleo y de la demanda externa.
El balance preliminar de la CEPAL también apunta a una desaceleración en la creación de empleo y a una inflación regional moderada en 2026, lo que configura un escenario de crecimiento contenido.
