En un ambiente de fiesta deportiva y camaradería, la selección de Costa Rica firmó una actuación histórica al conquistar la medalla de plata en el torneo de béisbol de los Juegos Centroamericanos Guatemala 2025.
Aunque Nicaragua se impuso con autoridad 12-0 para asegurar el oro, el avance costarricense marcó un hito en un deporte que hasta hace poco era ajeno al protagonismo tico.
Costa Rica llegó al duelo final invicta, tras vencer a Guatemala, El Salvador y Honduras, algo que no ocurría desde hacía casi cuatro décadas.
Un ascenso inesperado
Su última medalla en béisbol fue un bronce en Panamá 2010, y la plata más reciente databa de 1986, precisamente también en Guatemala.
El mérito de este equipo fue doble: no solo dejó en el camino a rivales tradicionales, sino que lo hizo en un país donde el fútbol domina y el béisbol sobrevive gracias al impulso de comunidades migrantes.
“Este resultado es una inspiración para las nuevas generaciones. Muchos de nuestros jugadores son hijos de migrantes nicaragüenses, venezolanos, cubanos y colombianos que han encontrado en el béisbol un punto de encuentro y orgullo”, comentó un integrante del cuerpo técnico costarricense tras la final.
Nicaragua, sin rival
Por su parte, Nicaragua volvió a demostrar por qué es la potencia regional del béisbol. Con una ofensiva de 15 imparables y cuatro cuadrangulares —dos de ellos de Elián Rayo—, la novena pinolera completó una serie impecable en la que no permitió una sola carrera.
Sumó así su octava medalla de oro en la historia de los Juegos Centroamericanos y extendió su racha invicta a 16 partidos consecutivos.
El mánager Sandor Guido volvió a combinar una rotación sólida con un ataque demoledor.
Leonardo Crawford se apuntó la victoria tras un relevo perfecto, mientras Ángel Obando y los relevistas Osman Gutiérrez y Bryan Torres completaron un trabajo sin fisuras desde el montículo.
El valor de la plata
Para Costa Rica, más allá del marcador abultado, el logro tiene un valor simbólico y deportivo. El béisbol ha crecido comunidades migrantes que han establecido ligas locales y academias juveniles.
La selección tica, integrada por jugadores de origen diverso, reflejó esa transformación silenciosa.
Durante el torneo, los costarricenses mostraron disciplina, defensa sólida y un espíritu combativo que conquistó simpatías.
El entusiasmo por la final se sintió en redes sociales y parques deportivos, donde miles siguieron el partido en las transmisiones oficiales.
Una fiesta regional
La final se jugó en el Diamante Enrique “Trapo” Torrebiarte, en Ciudad de Guatemala, ante un público que celebró el espectáculo y el buen ambiente entre ambos equipos.
No hubo gestos de rivalidad, sino abrazos, risas y fotos compartidas tras el último out.
Con esta actuación, Costa Rica no solo demostró un inesperado protagonismo deportivo y también confirmó el impacto positivo de la migración en su cultura atlética.
Nicaragua, por su parte, reafirmó su dominio absoluto en el béisbol centroamericano y sumó otro capítulo a su tradición dorada.